Angélica está en crisis. Su madre ha muerto hace poco, tiene que vaciar la casa de su infancia porque van a demolerla, no parece haber superado la ruptura con su ex y está por cumplir 40 años. Sin saber cómo enfrentar ninguna de estas cosas, escapa hacia el pasado: se refugia en secreto en la casa de su infancia y, mientras a su alrededor las paredes se derrumban, la realidad se enrarece.
Esa es la premisa de «Angélica», la segunda película de su directora, Delfina Castagnino, que resultó ganadora en la Competencia Argentina en el festival de Mar del Plata del año pasado.
Protagonizada por Cecilia Rainero, Diego Cremonesi, Andrea Garrote y Antonio Grimau, entre otros, la película propone el viaje hacia el universo del personaje central, una mujer a punto de estallar y de quedarse en una casa a punto de derrumbarse, como su psiquis.
Haciendo Cine dialogó con Castagnino y Grimau para conocer detalles de una película que además narra con su fotografía y paleta de colores.
“Primeramente había pensado en Cecilia. Veníamos ideando algunos esbozos, y en eso surgió el personaje para la película. Después hubo castings, en un momento se barajó la posibilidad que la encarnara una actriz muy famosa, pero por las condiciones del rodaje no salió. Y luego volvimos a Cecilia. Así que el guion se escribió pensando en ella. Lo que hicimos con los otros guionistas fue volcar ideas en las que intentamos llevar al extremo algunas situaciones cotidianas, como por ejemplo cuando te tocan bocina en el tránsito, y que el que baje reaccione. La ficción permite alejarnos un poco del naturalismo o el realismo que vengo viendo en el cine argentino y me gustaba ir por esos lugares extraños. Casi como si fuera un espejo de muchas situaciones que uno no hace, pero Angélica sí, como inmiscuirse en una fiesta, que es entre divertido y patético, más en un personaje de esa edad”, dice Castagnino sobre el origen de proyecto y su trabajo con Rainiero.
“Con Cecilia venía trabajando mucho, ensayando, y de pronto entran jugadores a la chancha sin tanto trabajo previo. Pero Cecilia timoneó todo. Al principio me chocaba ese contraste, pero el elenco fue muy generoso en acoplarse al resto del equipo. Eso es algo que generalmente pasa en películas de bajo presupuesto, porque no podés bloquear mucho tiempo a una de las figuras, utilizando al máximo del tiempo”, suma sobre el resto del cast.
En el elenco se destaca la presencia de Antonio Grimau, quien viene de coprotagonizar la miniserie “Sandro de América”. Para Grimau, su participación en “Angélica” marca su regreso al cine luego de casi dos décadas. La película funciona, a su manera, como un homenaje a la carrera de Grimau, quien aportó material propio de archivo para retratar a su personaje.
“Recibí con beneplácito esta convocatoria de Delfina porque me gustó lo que charlé con ella en principio sobre la idea que tenía de la película, y me gustó el guion y el personaje. Y como decís, no lo había pensado, es como un homenaje a mi persona porque se recurre a materiales míos. Me gustó el guion, la propuesta, la idea de la película, un thriller psicológico lleno de intrigas y misterio”, detalla Grimau.
Grimau no tiene más que palabra de admiración para con la protagonista y la directora. “Así como se dio una buena relación humana y de trabajo con Delfina, lo mismo se dio con Cecilia, porque cuando hay algo atrapante desde el equipo de filmación hasta los actores estamos entusiasmados con lo que hacemos. Ya me pasó recientemente con Sandro de América, la miniserie que habla del ídolo popular, en donde hay un factor de unión. Adrián Caetano nos decía que estamos angelados porque él nos está cuidando en ese trabajo. Y en “Angélica” acá era la figura de la directora, muy dulce y muy firme también, que tenía en claro qué quería de cada uno de nosotros. Y cuando hay una figura rectora así tan importante y una historia interesante, todo el mundo se aglutina detrás de eso con muchas ganas. Lo mismo pasó con Cecilia: nos unimos tras el trabajo y todo fue muy feliz”, concluye.