Tras pasar por FIDBA, La mujer y el cine, y el Festival de Málaga, Apuntes desde el encierro, un ensayo documental de Franca González, llega a El Cultural San Martín con funciones los fines de semana de junio.
Saliendo de la clásica estructura que en pandemia imperó en los registros documentales, González agita con reflexiones propias la universalización de determinadas cuestiones que atravesaron a todos, como el dolor, las pérdidas, la familia, y la necesidad de recuperar vínculos y el contacto con el otro.
“Siempre hay una instancia en donde estás filmando, editando, en la que pensás en el día del estreno, y en donde todos los involucrados depositan sus energías. Ahora con muchas ganas de soltarla y que la película empiece a hacer su recorrido. No sentía presión para mostrarla, pero en paralelo estoy haciendo otra película, y cada vez que hago una, me meto al 100 por ciento. Con Apuntes me pasó que fue un proceso de gran intensidad por el cual necesito que se vea. No porque sea de una actualidad específica, sino porque uno mismo se aleja del momento en el que la hizo y necesitas desprenderte”, cuenta González sobre estrenar el proyecto.
“Cuando estaba haciendo la película, que ganó un premio en el FIDBA, me decían que la estrenara antes que se presentaran otras películas sobre la pandemia. Pero estaba en un proceso demasiado artesanal en el que me involucro mucho, por lo que quiero contar y de qué modo, y cuando empecé con eso ya se habían instaurado otros relatos. Pienso que sobre el tema, aún hoy, la distancia es muy corta que hace que se complique verse en el espejo. Igual las personas que la han visto me dieron una devolución muy interesante”, continúa.
“Para mí era un desafío la película, porque hubo un bombardeo, porque todos con el celular podían filmar cosas. Entonces había que correrse de ese registro para poder contar desde el lenguaje del cine otra cosa, por lo que en lo personal esto lo trabajé mucho en un taller con Gustavo Fontán, principalmente el ida y vuelta y el poder mirar desde otro lugar las cosas, sin tener que obligatoriamente hablar de la enfermedad y la pandemia ni nada de eso, sino de la situación ridícula de vernos solos, buscar desde otro lugar otras cosas sin lugares comunes y aún así identificarnos en esos pequeños gestos”, avanza.
“El proyecto surgió por el tiempo que teníamos y me llamaba la atención los lugares solos y pensé qué pasaba si cada uno me enviaba un registro y recibí muchos, y fue muy fuerte. En ese pedir las imágenes, algunos realizadores me enviaron imágenes registradas con la cámara y también eso me impulsó a que yo hiciera lo mismo. Recibí 200 piezas audiovisuales con las que sueño armar un sitio web para que puedan ver esos pequeños cortos filmados en esos encierros”, menciona.
“Fui siendo muy sincera y avisándole a la gente qué iba quedando y qué no, porque hay cosas que son valiosísimas pero que no se ajustaban desde la búsqueda estética, como por ejemplo algo que me envió Roger Koza con su voz, algo hermoso, pero no quedó, y fue muy conmovedor dejar afuera muchas cosas, pero había que encontrarle una vuelta para que todo quedara unido”, termina.