Pasaron 18 años de uno de los casos policiales más resonantes de la Argentina: el caso García Belsunce, el cual investigaba el asesinato de la socióloga argentina María Marta García Belsunce, ocurrido en un barrio privado llamado Carmel en la localidad de Pilar, el 27 de octubre de 2002.
La serie documental «Carmel: ¿Quién mató a María Marta?» cuenta con 4 episodios, de aproximadamente 45 minutos cada uno. Es una co-producción de Netflix y Haddock Films, productora que entre sus múltiples créditos cuenta con la realización de la ganadora del Oscar «El Secreto de sus Ojos».
A través de los episodios que estrena hoy la plataforma Netflix, iremos viendo el proceso de investigación con testimonios inéditos y la palabra de los involucrados, de familiares y amigos. La narración decide no juzgar y y recorrer la compleja página de un caso que hasta el día de hoy sigue sin resolverse.
A cargo de la propuesta estuvo el realizador Alejandro Hartmann, director de la serie, y Vanesa Ragone, productora ejecutiva de la misma.
Haciendo Cine dialogó con Ragone y Hartmann para saber más detalles de una propuesta que generará polémica y atrapará a las audiencias.
¿Cómo surge la idea de hacer una miniserie sobre el caso?
Ragone: La idea es de Alejandro, la trajo él. Él no lo sabía pero los dos compartíamos mucho interés por el tema, pero la idea es de él y de su equipo.
Hartmann: Con Sofía Mora, que es directora y guionista, y Lucas Bucci y Tomás Sposato, empezamos a trabajar en esto. Originalmente pensábamos en una película, pero luego surgió la idea de hacer la serie. Ahí contactamos a Vanessa y fue amor a primera vista.
Ragone: Por años me pareció un tema complejo, hasta incluso investigué un poco. Pero luego no lo veía como ficción. De hecho, desarrollé un poco la idea y eso me llevó a «Las Viudas de los Jueves» que, si bien no tiene nada que ver con el caso en sí, sí tiene la idea del country y el cuarto cerrado. Cuando ellos vinieron con la idea de serie, supe que era lo ideal porque una historia como esta necesita más tiempo para poder contarla.
Tenían la idea, la investigación. Faltaba convencer a los involucrados en el caso. ¿Costó convencerlos? Muchos de ellos hacía tiempo que no hablaban…
Ragone: Ese fue un grandísimo desafío.
Hartmann: Ese era el desafío, y pensamos en grande. Surgió la idea de contactar a Netflix. Juntamos socios, y lo primero que hicimos, casi al mismo tiempo del desarrollo del proyecto, fue contactarlos diciéndoles hacia dónde queríamos ir. Uno puede tener un tema documental interesante, pero si no tenés la historia no tenés nada. Y la historia era tener a los personajes. Al principio era “no, vemos”, pero tarde o temprano todos querían estar.
Ragone: Al tener algunos personajes y avanzar mencionando sutilmente quienes estaban detrás, sabiendo que era una investigación seria, se empezaron a conectar unos con otros: la fiscalía, la familia. Y a medida que los futuros entrevistados iban conociendo más del proyecto, iban sumándose.
Hartmann: Al principio tal vez la idea era que los de un lado no querían que estén los del otro lado. Pero luego se sintieron cómodos y se sumaron todos. La propuesta era honesta y les decíamos quiénes iban a estar.
¿Fue difícil tener a algunos involucrados delante de ustedes? ¿Qué sensaciones tuvieron al ingresar a la casa donde aconteció todo?
Hartmann: Las entrevistas casi todas fueron fuertes y desgastantes. Yo hice la mayoría. Fueron desgastantes en lo anímico, en lo espiritual. Entrevistar siempre tiene lo suyo. A mí me pasa que, por ejemplo, si voy a filmar a la cárcel, no necesito saber el delito del preso. Me acerco a la persona. Y en este caso, si bien tenía información, traté de ingresar con empatía, tratando de querer “un poco” al entrevistado. Y creo que eso funcionó, y eso no quita que si el personaje tiene algo siniestro, que lo siga teniendo. Eso invita al espectador a sacar sus conclusiones. Fueron entrevistas largas, y salió todo lo que tenía que salir de ellos. Entrar a la casa fue fuerte, esperaba encontrarme con “fantasmas”. Pero luego me acostumbré.
Ragone: Estuve en la entrevista a Carrascosa y cuando subís al baño, es fuerte. Pensás que en ese lugar hubo un asesinato, y afuera cantan los pajaritos. Es fuerte. Es la primera vez que hago este tipo de documental y entendí que hay algo de la verdad que surge. Alejandro hizo las entrevistas, con una serie de preguntas exhaustivas y preparadas por los guionistas. Creo que el documental te da ese tiempo de revisar el material que la crónica policial no te permite. Este fue un trabajo extenso y a conciencia, y además de los entrevistados invitamos a otros personajes a dar contexto y reflexión.
Lo interesante de la propuesta es que no juzgan y uno tiene que sacar conclusiones…
Ragone: Lo cierto es que no se ha podido determinar quién mató a María Marta, y por eso se llama así la serie, y hay un punto sobre esa mujer que se nos hizo muy cercana. En un punto uno concibe a una víctima sólo como una víctima, y en realidad era una persona con alegría y humor. Y hacia ahí fuimos.
En un punto era la real…
Ragone: Podía parecer una mujer formal, lo que mostraba en el programa de su hermano. Pero contaban cosas maravillosas sobre ella. Como nos pasaría a todos nosotros, todo depende de quién y qué te cuentan.
Hartmann: Yo había intentado descubrirla, y mi ejercicio al ingresar a la casa fue tratar de imaginarla viva. Cómo se había ido a vivir a los 50 años allí, que estaba con fines solidarios, luego de una vida ligada a la bolsa junto a su marido.
¿Qué sensaciones tienen ante el estreno?
Hartmann: Vengo de un cine más independiente, si bien hice televisión. Y es un proyecto que nació desde un lugar muy personal, y todos los involucrados lo sentimos propio. Nos gustó ingresar en el policial, porque nos interesaba el origen de ficción, apegándonos a un género, pero desde un lado superpersonal. Y tener esta exposición es emocionante, esperemos que guste al público y los involucrados.
Ragone: Tengo la misma sensación, y también una gran responsabilidad. Queremos que se vea y se vea el profesionalismo con el que llevamos adelante la tarea, donde se mezclaron emociones. Para mí es una gran sensación de responsabilidad porque hemos intercambiado ideas con personas de la vida real y fuimos fieles a lo que les dijimos que iba a estar en la serie.