«Ceniza Negra»: coming of age de realismo mágico

La plataforma especializada en cine de autor suma a partir de hoy la ópera prima de Sofía Quirós Ubeda, coproducción entre Costa Rica y Argentina

«Ceniza Negra» es una coproducción entre Costa Rica, junto a Francia, Chile y Argentina (a través de la productora Murillo Cine, quienes produjeron títulos como «El Motoarrebatador» y «La Botera», entre otras).

Seleccionada para representar a Costa  Rica para competir por una nominación a Mejor Película Internacional en la 93º edición de los premios Oscar, y Mejor Película Iberoamericana en la 35º edición de los premios Goya de España, la ópera prima de Sofía Quirós Ubeda,  finalmente se estrena online luego de su paso el año pasado por el Festival de Cannes. La estrategia de estreno incluyó lanzamiento en plataformas como Cine Virtual de PCI, Eyelet y también MUBI, donde podrá verse a partir de hoy.

Haciendo Cine dialogó con la realizadora sobre la producción protagonizada por Smashleen Gutierrez. Humberto Samuels, Hortensia Smith y Keha Brown el viaje iniciático de una joven que desea cambiar su presente ante la inevitabilidad del pasado que acecha y que determina un posible futuro sin salida.

¿Cómo te sentís con este estreno de la película en la región?

Muy contenta, porque fue una espera larga. Se estrenó el año pasado en Cannes y la pandemia nos tuvo indecisos sobre cómo estrenarla. Así que esta idea de un estreno online simultáneo no fue fácil pero lo queríamos hacer.

¿Cómo seleccionaste al cast?

El corto «Selva» nos abrió camino por festivales, pero también me permitió conocer a la protagonista, Smashleen, y pude empezar a desarrollar el personaje junto a ella. Vi cómo crecía: en el corto tenía diez años, en la película catorce. Por lo que, además de crecer la historia y el personaje, también lo hizo ella. El casting fue una de las cosas más difíciles. Filmamos en el Caribe Sur de Costa Rica, en la provincia de Limón, que es bastante particular, porque además del espíritu caribeño, hay convivencia entre la cultura afrocaribeña, indígenas, inmigrantes chinos, árabes. Es un mundo aparte donde no hay formación actoral. Sabíamos que no podíamos llevar intérpretes de otros lugares porque hay códigos distintos. En total vimos a 1200 personas. Sólo el casting era como otra película. Fue artesanal. Íbamos a las Iglesias, salones comunales, casas, escuelas, interrumpiendo sus vidas, y para mí fue parte del proceso de investigación de los personajes, como una forma de escritura. No hacía las típicas preguntas, sino algunas como ¿Qué significa ser adolescente allí? ¿Cómo es vivir con un abuelo?, y así.

¿Cuánto tiempo duró todo el proceso?

Empezamos en enero de 2018 y terminamos en junio, aproximadamente seis meses. El proceso de «Selva» había sido de casi dos años, construyendo un  vínculo con ella. Más que ponernos a ensayar durante dos años, nos hicimos amigas y poco a poco fui introduciéndola en el personaje. El siguiente que apareció fue Humberto, que hace de Tata. Vive en un hogar de ancianos, lo encontramos pintando dibujos de niños, armando rompecabezas.  Fue complejo porque nunca había actuado, y vivía aislado, así que lo tuvimos que reconectar con el afuera, cambiando sus horarios. Después apareció Hortensia, que es una bailarina de la zona, y por último apareció Keha, que hace el personaje más onírico. En el guion el personaje tenía 80 años, pero cuando la vimos en el casting nos deslumbró y la elegimos.

¿Querías que cierto “realismo mágico” atraviese el relato?

Es interesante porque cambia mucho la percepción sobre el relato cuando la ve alguien de Costa Rica y alguien de otro lugar. Hay un universo muy particular de la película que se mimetiza con la cultura afrocaribeña del Caribe Sur: la idea de celebración de la muerte, con música, dominó. Eso es algo que sucede. Pero luego hay otras cosas que son propias del personaje. Siento que el realismo mágico se puede pensar para el cine pero creo que es más de la literatura. La película trata sobre duelos, no sólo el de la muerte del otro, sino los propios: un padre ausente, una madre que falleció. Desde el minuto cero sabes eso y luego hay otros duelos más. Hay algo del duelo, que yo misma estoy atravesando ahora, que es muy mágico. Uno está en otra dimensión. Sentís que la persona que se fue está con vos, algo mágico y cotidiano al mismo tiempo. Para mí, más que realismo mágico es esto. Ver cómo sobrevive una niña que toda su vida ha crecido con el duelo en su vida.

¿Cómo ves el presente del cine costarricense? Hay muchas realizadoras mujeres, por suerte…

Hay dos aristas. Por un lado, el fenómeno que la mayoría de productoras y directoras son mujeres. Somos mayoría, pero además las películas que salen son las que generan más tendencia y perspectiva. Más allá del éxito, que es relativo, siempre son las más arriesgadas las dirigidas y producidas por mujeres. Al mismo tiempo estamos viviendo una situación difícil. No hay industria, no hay ley de cine, y a pesar que es una de las cosas que más dinamiza la economía, cada vez nos cortan y nos apoyan menos.  Es una lucha mundial.

Este es el trailer de «Ceniza Negra»:

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