Por Marcelo Alderete
Ser normales
Como a todos los festivales de cine del mundo, a Jeonju le tocó vivir tiempos difíciles. Tiempos que, parece, empiezan a quedar atrás. O al menos eso indica esta nueva edición en la que el festival vuelve a la presencialidad (una palabra tan fea como muchas de las cosas a las que nos acostumbramos en estos días), con salas con aforo total e invitados extranjeros de todas partes del mundo. Es decir, Jeonju vuelve a ser un festival internacional y no un montón de películas exhibidas de manera online, como le ocurrió a gran parte de los festivales en estos años de pandemia. (Aunque este festival nunca llegó a ese punto, Corea del Sur fue, por lejos, uno de los mejores países a la hora de lidiar con el maldito virus y nunca sometió a su ciudadanía a brutales cuarentenas). La vuelta a eso que conocíamos como “normalidad”, es una buena noticia para todos y no solo para los responsables de Jeonju.
Pasado, presente y futuro
La programación de Jeonju es, a priori, tan notable como inabarcable y parece estar a la altura de la alegría que genera la vuelta. Dos retrospectivas se dedicaran a revisar el cine coreano, su pasado y su presente. Una de ellas dedicada a la obra de Lee Chang-dong, de quien, además, se estrenarán mundialmente un cortometraje de su autoría titulado «Heartbeat» y un documental, «Lee Chang dong – The Art Of Irony», de Alain Mazars, dedicado a su obra. La importancia de Lee Chang-dong excede al cine coreano y su nombre es, sin dudas, uno de los más relevantes del cine actual. Con títulos menos conocidos, pero en algunos casos igual de relevantes, otra de las retrospectivas está dedicada a la productora Taehung Pictures y la figura de su fundador, el recientemente fallecido Lee Taewoon, empresa responsable de filmes como «Gagman» (1988), de Lee Myung Se y «Road to the race tracks» (1991) de Jang Sungwoo, clásico absoluto y secreto, una película que en palabras del mismísimo Bong Joon ho, se adelanta a la filmografía de Hong Sang-soo.
El otro foco lleva por título Borderless Storytellers, y está dedicado a artistas de diferentes áreas que utilizan al cine (o lo audiovisual) a la hora de dar cuenta de sus respectivas artes. Músicos, coreógrafos, escritores, dando su particular cuenta del uso de las imágenes y lo que esas imágenes representan en el mundo de hoy. Cada una de estas secciones cuentan con un libro editado por el festival que las complementan y acompañan. Y no se trata de simples folletos o compilados vagos de textos ya existentes, son libros con materiales inéditos escritos y preparados para la ocasión. El libro dedicado a Lee Chang dong tiene entre sus firmas la del argentino Quintín (Eduardo Antín), una de las voces extranjeras más respetadas en el mundillo del cine coreano desde los años en los que el polémico y brillante crítico supo ser director del BAFICI. Lamentablemente, el libro Borderless Storytellers no cuenta con una traducción al inglés, los otros dos sí. De ellos hablaremos más adelante, cuando el tiempo nos los permita.
El otro lado del mundo
A pesar de que la creencia popular actual indica lo contrario, no son las instituciones las que hacen avanzar el mundo (del cine), sino las personas, en este caso encarnadas en la figura de los programadores. La presencia de cine latinoamericano en el festival de Jeonju, y más aún en los últimos años, es notable. Dos películas argentinas se llevaron galardones en recientes ediciones: «Las mil y una» (2020) de Clarisa Navas y «Esquirlas» (2021) de Natalia Garayalde y la oferta en otras secciones siempre suele ser tan variada como generosa. Este año en la competencia internacional, dedicada a primeras y segundas películas de los directores, se encuentra «Álbum para la juventud» de Malena Solarz, película estrenada mundialmente en el Festival internacional de cine de Mar del Plata y que supo despertar extrañas polémicas a nivel local. Nadie es profeta en su tierra, dice la remanida frase, y quizás eso sea cierto para la sensible película de Solarz. En la misma competencia también participa «Aleph», de Iva Radivojevic, película que no es argentina, pero que desde su título invoca la figura de Jorge Luis Borges y en la cual también participa la talentosa actriz local Guillermina Pico. Como parte del jurado de esta competencia también estará presente la antes mencionada Clarisa Navas, quien causó sensación en el festival hace un par de años con su película Las mil y una.
En otras secciones participaran dos producciones de El Pampero (aunque suene extraño, Mariano Llinás cuenta con una base de fans en Corea, entre quienes se encuentra el mismísimo director del Festival de Busan -el otro gran festival de Corea-, admirador acérrimo de La flor): «La edad media», de Alejo Moguillansky y Luciana Acuña y «Corsini interpreta a Blomberg y Maciel», del mencionado Llinás. Dos películas profundamente independientes en sus formas de producción y de entender el cine.
En la prestigiosa y sofisticada sección Expanded Cinema se podrán ver la nueva película de Leandro Listorti, «Herbaria», una sensible exploración sobre la preservación del cine, entre otras cosas, Estrella Roja de Sofía Bordenave, una particular exploración sobre el pasado de Rusia, y los cortometrajes Trampa de luz de Pablo Marín y Enviado para falsear de Maia Navas, dos autores tan personales como conscientes de las formas y posibilidades del cine.
En otras secciones se podrán ver el cortometraje Terminal Norte de Lucrecia Martel, las co-producciones The Tale of King Crab de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis y la fallida crítica al mundo del arte que es Competencia Oficial de la dupla Mariano Cohn y Gastón Duprat.
Otros países latinoamericanos presentes son Bolivia, con la notable El gran movimiento de Kiro Russo y Brasil con Medusa de Anita Rocha Da Silveira en la competencia internacional, en donde también estará presente la guatemalteca El silencio del topo de Anaïs Taracena.
Y por último, pero no por eso menos importante, el joven realizador argentino Alan Martín Segal, luego de una serie de cortometrajes debuta en el largo con Via Negativa, una película producida enteramente por el festival de Jeonju como parte de su programa de financiación llamado Jeonju Cinema Project, algo de lo que hablaremos más adelante. La película de Segal, que tendrá aquí su estreno mundial, será sin dudas uno de los grandes, y más esperados, momentos del festival.
Los cinéfilos de Jeonju
La palabra cinéfilo ha sido muy desprestigiada últimamente. Incluso un libro, éxito entre la gente que no suele leer libros, se declaró en su contra en su título, aunque bastaba leerlo para saber que no era tan así. En defensa de esos seres tan extraños como vapuleados, el festival inaugura una nueva sección llamada Cinephile Jeonju, dedicada a rescatar antiguos clásicos restaurados y documentales referidos a la historia del cine. Utilizando la frase de Godard, “el futuro del cine está en su pasado”, como grito de guerra, este año la selección contará con dos dobles programas. Uno de ellos dedicado a Paulo Rocha en donde de podrán ver su película A ilha dos amores (1982) acompañada por el reciente documental de Samuel Barbosa, Távola de Rocha, en donde sus colaboradores más cercanos dan cuenta de la historia personal y profesional del talentoso director portugués y la otra doble función se encargará de mostrar y develar los misterios de una de la más extraña películas de la historia del cine: On the Silver Globe (1988) de Andrzej Zulawski, película que su director se vio obligado a dejar inconclusa obligado por el partido comunista, historia que se cuenta en el documental Escape to the Silver Globe, del también polaco Kuba Mikurda. A estos títulos se le suman Mama Roma (1962) de Pasolini, en el aniversario número 100 del director italiano, De cierta manera (1977), de Sara Gómez, título que demuestra que la historia del cine cubano, al igual que el país, se sostiene por los mitos de su pasado y la más extraña película de la filmografía de Jean-Luc Godard: King Lear (1987). Lo dicho: una sección que, desde el pasado, parece hablarnos de un posible futuro. Larga vida a los cinéfilos.
La primera despedida
Aquí nos despedimos de esta primera entrega en, casi, el mismo momento en el que el festival está por comenzar. Como habrán visto, la oferta del festival es demasiado grande y lo que cuento en esta parte es solo eso, una parte de un total tan tentador como imposible de cubrir. Y si bien este texto es casi un panegírico sobre el festival, en la próxima entrega ya empezaremos con las críticas y también incluiremos reportajes a algunos de los personajes asistentes. Eso es todo por ahora. Desde la calurosa de día y fría de noche ciudad de Jeonju, me despido por primera vez.
Hasta la próxima.