En muchas oportunidades la dirección de un proyecto cinematográfico puede estar condicionada por factores ajenos al realizador. Pero en Argentina se suele considerar al director como alguien que tiene un total control de la propuesta, que lo acercan más a una idea de potestad total que termina alejándolo de posibilidades que potencien su mirada y el trabajo en equipo.
El trabajar por encargo, para algunos, es algo que nunca querrían aceptar, entendiendo la imposibilidad de desarrollar una línea autoral. Pero para otros, y cada vez más, es una expresión que finalmente no termina por definir el propio trabajo que un director hace en un proyecto.
A lo largo de los años, grandes producciones han sido consideradas como vehículos, por algunos realizadores, para alcanzar luego el proyecto que sí deseaban filmar y desarrollar. Proyectos que, de otra manera, los estudios o grandes productoras, no aceptarían financiar.
En este camino figuran directores como el laureado Adolfo Aristarain, quien luego de su debut con la contundente “La parte del león”, se encargó de llevar a la pantalla grande su saga de películas “del amor” (“La playa del amor” -1979- y “La discoteca del amor” -1980-), en la que coqueteó desde el cine popular, independientemente del pedido y encargo original, con géneros como el thriller y el policial.
Hay otros ejemplos de cine por encargo que luego han generado arrepentimiento en los directores, como es el caso de Sergio Renán y la nefasta “La Fiesta de Todos”, película en la que intentó endiosar a las figuras de Kempes y Fillol hablando de fútbol, pero que terminó siendo vista -por la mayoría- como una beatificación de los militares y la dictadura.
“El director es el responsable de la calidad desde el punto de vista artístico y narrativo de una película, también de decidir el tono, la actuación, el ritmo, la puesta en escena, pero cuando es una dirección por encargo, muchas veces esas decisiones no pueden tomarse”, afirma Rodolfo Carnevale, -director de la película “El Pozo” y la inminente “El encanto de las ballenas”-, recién llegado de España.
“Cuando trabajás por encargo tenés que tratar de entender lo que se hizo sin conocer a los autores, dejándole la oportunidad de apropiarse de la historia, sabiendo que no es el autor total del filme, aunque igual lo tiene que trabajar de la misma manera y con el mismo profesionalismo”, suma.
En esta línea, la posibilidad de apropiación es destacada por Ariel Winograd, -director de “Permitidos”, “Mi primera Boda”, entre otras, y la película nacional más taquillera de 2017 “Mamá se fue de viaje”, protagonizada por Carla Peterson y Diego Peretti-, aunque indica que “la palabra ‘encargo’ para lo que es hacer una película o cualquier cosa ligada a la profesión me parece tremenda”.
“No entiendo desde mi lugar el concepto, de no poder comprometerse y dar todo, desde mi experiencia nunca hice nada por ‘encargo’, en el sentido que la palabra tiene. Desde mi lugar, a los proyectos me los apropio, hasta las comas”, agrega, quien está al frente de la productora WINONA y viene de dirigir para el mercado mexicano “Tod@s caen”, con Martha Higareda en el rol protagónico.
Una reciente moda que ha involucrado una serie de despidos resonantes en Hollywood, como la salida de Edgar Wright de “Ant-Man”, la de Phil Lord y Christopher Miller de “Han Solo” o el reemplazo de Dexter Fletcher por Bryan Singer en la inminente “Bohemian Rapsody”, sobre la figura de Freddie Mercury, revitalizaron la utilización despectiva del término “encargo” en el trabajo cinematográfico.
Esta palabra siempre se asoció al pedido de desarrollo de una historia que, independientemente de quién sea el realizador, pueda llevarse a cabo con determinadas características planteadas desde el arranque del proyecto, pero que también pueden modificarse.
“Llego a ‘Re Loca’ por uno de los productores, Sebastián Aloi, por recomendación de Axel Kuschevatzky, con quien ya había trabajado en otros proyectos. Me enviaron el tráiler de la película chilena y una primera adaptación que había con versión ‘argentina’. Después vi en un avión la película, me interesó, no si era una remake o no. Después la película fue creciendo y traté de apropiarme y hacer nuestra película”, dice Martino Zaidelis, director de “Re Loca”, versión autóctona de una película que ya tuvo, con esta, cuatro versiones alrededor del mundo.
“Como parte del proceso adapté con Andrés Aloi el guion. Al principio me convocaron sólo para dirigirla, pero manifesté que quería hacer una pasada mía y bajar el tono con respecto a la original, quería modificar el tono de la comedia, quería ir por un lugar real o verdadero, hasta casi documental, para lograr la comedia, no intentar que los actores sean los graciosos sino las escenas, es algo que quería hacer en relación con el estilo de comedia que me gusta”, termina.
“Ha cambiado en estos últimos años no solo la manera de hacer cine, sino también los formatos de los productos y las formas de distribución. Las series web, por ejemplo, están abarcando plataformas online gratuitas. Hay mucha calidad en estos productos que crecen mes a mes. Creo que los realizadores tenemos la posibilidad de adaptarnos en lo que pide el mercado. Nuestro trabajo es contar historias, por lo cual debemos estar abiertos a todo tipo de posibilidad para desarrollar nuestras historias”, dice Fabián Forte, director de “El muerto cuenta su historia” y la serie online “Limbo”. Forte realizó por encargo las dos películas de “Socios por accidente”, vehículos comerciales para el lucimiento de su productor, José María Listorti.
“En el exterior, proyectos muy grandes, como remakes, tienen una línea marcada y, muchas veces, el director no es la pieza clave, ya está preconcebido el producto, y no le dan el derecho al corte final. La potestad viene por el seguro, que les da la posibilidad de cambiar el director o el corte de una película”, indica el productor y director Ezio Massa (“5 A.M. Cinco ante los miedos”, “2/11 Día de los muertos”) desde Estados Unidos, en donde reside y donde próximamente volverá tras las cámaras.
“En Argentina, el director es autor y -muchas veces también- productor, entre otras cosas, y tiene más potestad. En otros lugares eso no pasa, podés venderles una idea, pero luego hay varios factores que hacen que tu visión responda a otra visión mayor. No creo que ‘si no soy autor no soy nada’; es una pose, entra más en lo snob, el director tiene que estar preparado para hacer todo. Obvio que en el camino encontrás cosas, o cierto perfil, pero tenés que estar preparado”, concluye.
Gabriel Grieco, -director de “Hipersomnia” y la próxima a estrenarse “Respira”-, indica sobre el trabajar por encargo: “las posibilidades para un director pueden venir por distintos lados. Aprendés, crecés, llegás a tener recursos, como en la publicidad, recursos a los que no siempre se acceden en las películas de corte más personal o independientes. Pero los riesgos para poder poner tu sello como director son casi inexistentes”.
Massa agrega “si te llaman y contratan para desarrollar una idea o un guion, propio o ajeno, te ven como alguien justo para hacerlo, conociendo el registro, te darán cierta libertad creativa, con la posibilidad de un primer corte de película y luego se verá si habrá otros cortes. Al estar involucrado tenés cierta incidencia en el corte final”.
Encargo o no, dirigir es una experiencia vivida de manera diferente por cada realizador. “No me siento un director por encargo, a pesar de no escribir mis guiones, la dirección es un oficio en donde el compromiso es tan fuerte, uno pone tanto, que me genera absoluto rechazo la palabra”, finaliza Winograd.