Ya está disponible exclusivamente por HBO Max “El Año de la Furia” una película hispano-uruguaya del director y guionista Rafa Russo que se sitúa un año antes del golpe de estado que ocurrió en Uruguay en 1973.
La sociedad de Montevideo en 1972 se encamina hacia una dictadura. Entre sus habitantes, Diego (Alberto Ammann) y Leonardo (Joaquín Furriel), dos guionistas de un programa de humor en la televisión uruguaya, tienen una lucha interna cuando deciden mantener el tono satírico político de su programa a pesar de las presiones ejercidas por sus superiores frente al miedo por las represiones de los militares en aquel momento.
En el bando opresor, Rojas (Daniel Grao), un teniente del ejército, se le ha ordenado torturar a militares y simpatizantes de la guerrilla de los Tupamaros. Mientras que encuentra en Susana (Martina Gusmán) un hogar en el que ahogar su culpabilidad.
“El Año de la Furia” narra cómo, en poco tiempo, la vida de los guionistas y la del militar se encontrarán afectadas por la dictadura que va acumulando cada vez más fuerza. Y en ambos bandos se va a buscar una vía de escape que les permita sobrevivir.
Protagonizada por Joaquín Furriel, Alberto Ammann, Daniel Grao y Martina Gusmán, acompañados por Maribel Verdú, Miguel Ángel Solá y Daniel Freire, hablamos con Rafa Russo para conocer detalles de la propuesta.
¿Por qué quisiste contar esta historia?
La idea me surgió hace años. Mis padres son argentinos y por eso su realidad me era tan cercana. En una charla con unos amigos argentinos y uruguayos, me contaron los años previos, el año de la furia, y cuando me contaron la historia de la manifestación espontánea de los parabrisas, me parecía que ahí había una historia para contar. Por lo que comencé a investigar para tratar de reflejar la vida de la gente corriente en la antesala al horror, y que aún sigue teniendo resonancia en la actualidad.
Volvés al cine con esta propuesta, ¿por qué?
Por lo general he sido más guionista que director, y tardé mucho en hacer mi segunda película. No es algo que uno elige, soy un escritor muy prolífico y cuando empecé a gestar «El año de la furia», tenía otras historias sobre la mesa. Pero a veces los proyectos te eligen más a ti que tu a ellos. Cuando escribí la historia hizo un camino muy natural: primero estaba destinado a otros directores más consolidados que yo, pero luego los productores me lo ofrecieron a mí. Comenzó a entrar la inversión y los actores y todo empezó a marchar sobre ruedas. Estoy muy feliz que tras un paréntesis de 15 años esta sea la película con la que vuelvo a dirigir, poniéndome a prueba en muchos niveles y contando lo que fue la realidad uruguaya. Y por las devoluciones, la película llega y tiene un gran impacto que me reconforta.
¿Fue una decisión consciente contar el costado más humano de la historia que el sangriento?
Sí, quería buscarle un ángulo diferente a la película y como creador siempre me interesa bucear en el corazón humano, y en este caso cómo la bala del miedo iba atenazando a la gente común en ese año opresivo. Traté de buscar un mosaico de personajes variados para mostrar todos los puntos de vista, y personalmente me interesaba mostrar al “creador”, al artista, al escritor, que tiene una responsabilidad mayor y debe tomar la decisión si la utiliza o no. Eso es lo que le pasa al personaje de Joaquín Furriel. Si lo hace, puedes cambiar cosas, pero te juegas el pellejo. Y si no lo haces, te evades. Es una decisión difícil y esto ha pasado en muchos lugares, incluso en España, con el terrorismo del país vasco. Quise reflejar eso en los personajes de los guionistas, viendo cómo esos puntos de vista lidian con ese miedo que empieza a atenazar a todo el mundo. Incluso quería contar cómo ese miedo atenazaba también a un militar, y ver cómo convivía con sus demonios y si tenía un resquicio de libertad, todo eso me interesaba mucho y quería reflejarlo en la película.
¿Incluiste referencias biográficas en el relato?
Soy guionista y evidentemente sentí que esta historia me interpelaba, imaginando qué haría yo si me viera en una situación como esa, y no tengo respuesta, porque es muy difícil ser un héroe, pero los creadores tenemos esa arma que podemos utilizar y denunciar. Hay algo bonito del ser humano que es poder encontrar la manera de darle la vuelta y enviar el mensaje, como lo hacen los personajes de Alberto y Joaquín, y eso me parece particularmente muy bonito.
¿Por qué el título?
El título me vino dado prácticamente, era el apelativo con el que se conoció el año previo al golpe militar y no me lo pude quitar. Es cierto que la calma precedía la furia, y me parecía más importante contar eso más que la furia que se desató después.