Mientras aun compite en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, «El perro que no calla» se estrena de manera comercial en espacios INCAA y multisalas. La odisea que imaginó Ana Katz para Sebastián (Daniel Katz), un hombre envuelto en un torbellino de burocracia, capitalismo salvaje y una extraña pandemia, llega a los cines en una de las propuestas más lúcidas e inteligentes del cine argentino reciente.
Filmada en un blanco y negro que realza las acciones, Julieta Zylberberg, Carlos Portaluppi, Valeria Lois y Lide Uranga, son sólo algunos de los talentosos intérpretes que acompañaron a los hermanos Katz a lo largo de varios años para configurar el relato.
“Hace 10 años que venía desarrollando esta idea de una pandemia y las burbujas, el caminar agachado por un problema que afecta a todo el mundo. Dudaba porque me parecía un nivel de delirio muy alto. Pensé si era una razón contundente que quería contar a riesgo de parecer descabellada, pero viendo en el cine de los años cincuenta vuelos y riesgos más altos, siento que en la modernidad nos volvimos más pudorosos en cuanto al relato absurdo”, cuenta Ana Katz al ser consultada por la sorpresiva premonición relacionada al momento que atravesamos por el COVID 19 y que ella predijo, de alguna manera, en la película.
Siguiendo en la misma línea, y sobre el animarse a eliminar autocensuras agrega: “Pienso en Buñuel, en el espacio de lo absurdo que no se leía tan loco como ahora se lee una propuesta que sale un poco de lo convencional. El cine es una herramienta para pensarnos, preguntarnos por nosotros. Es el cine que no es de mercado, el que no se explica, y desde ahí apoyando todo lo que pueda hacerse para que no esté solo en un museo porque me parece que las necesitamos para crecer como pueblo”.
LOS PROTAGONISTAS
Para el protagónico del filme, la directora eligió a su hermano, Daniel Katz. Sobre cómo trabajó al personaje, Daniel explica: “Desde el minuto supe que él era un tipo bien predispuesto, y de alguna manera eso me permitió encontrar el hilo conductor de la película distanciándose de un universo capitalista. Sabe adaptarse y busca otra relación con el mundo, dejando de lado al hombre preso de sí mismo”.
Sobre los motivos que llevaron a su hermana para elegirlo como protagonista pese a no contar con antecedentes actorales en el cine, Katz arriesga: “Yo no tengo la valentía de Sebastián, mi personaje. Ojalá la hubiese tenido en determinados momentos para obrar de esa manera. Soy un hombre blanco, plagado de herramientas, privilegios y dentro de este mundo me sentí bastante incómodo sobre aquello que se exige y espera sobre lo que debe ser un hombre. Y esa incomodidad me acompaño toda mi vida. Ana la conocía y por eso pude ponerme en ese lugar”, sigue.
Julieta Zylberberg también es de la partida en «El Perro que no Calla» luego de haber protagonizado el filme anterior de Katz, «Mi Amiga del Parque». “Ana tiene una sensibilidad muy especial y profunda y creo que la película habla de la adaptación enorme del ser humano, que se adapta a todo. Y fue lo que vivimos, dos segundos después. La adaptación permanente, la sensación de estar jugándotela a cada segundo, pasamos una tremenda, en la que todavía estamos. Recién ahora empiezan a caer las fichas: me pasó al vacunar a mi hijo. Se me caían las lágrimas y él me preguntaba, por qué lloraba. A ellos en algún momento también les va a caer la ficha. Ana me encanta, siempre me gusta lo que tiene para contar”, cuenta Julieta Zylberberg, amiga de Katz y frecuente colaboradora en sus propuestas.
“Se filmó en distintos tiempos, pero eso no me pareció complicado. Eso fue natural. Si fue raro lo de transitar como las distintas vidas. De hecho me acordaba de una escena que filmamos al comienzo, en una terraza, cantando: un momento muy especial, emocionante, de revelación total, en donde armamos todo imaginando que estaba cayendo un meteorito y no se sabía que iba a pasar. La recuerdo como si la hubiera filmado ayer, pero no. Y tengo cada vez más confundidas las líneas de la vida”, menciona sobre el proceso de rodaje a lo largo del tiempo.
Lide Uranga, actriz de cepa teatral, tiene una pequeña pero clave participación en la película y cuenta sobre la construcción de su personaje en relación a la libertad que le dio Katz: “Esa es la posibilidad de actuar con un director que te deja fluir en muchas cosas. Ella es alguien que le muestra a su hijo que no siempre las cosas están en trampa, en no poder, para sorpresa de ella misma”. Y sobre la inclusión del tema “pandemia” en el relato dice: “totalmente inimaginable, no sé qué te puedo decir, es bruja esta mujer. Una sorpresa total y que te sacude de otra manera habiendo vivido esto”.
En la misma línea Valeria Lois dice: “lo que nos sorprendió de aquello que mostró previo a la pandemia, pero también la capacidad que tiene ella para generar situaciones incómodas, infrecuentes e inconclusas, nadie se puede enojar, pegar en la mesa e irse. Acá nadie dice nada y hay que plantear situaciones como la de que alguien que no puede ir más a la oficina con el perro. Es una invitación placentera donde hay algo muy absurdo para hacer en serio, y lo más vacío de expresión. Ella me llamó, y fue un sí rotundo».
Carlos Portaluppi (quien se encontraba haciendo teatro con Lois cuando fue convocado, también, por la directora) tiene una pequeña pero sentida participación en el arranque de la película y menciona cómo se sumó a la narración. “Me habló de la historia del perro que no calla, que se iba armando de acuerdo a los tiempos que uno podía, sabiendo que era una historia fraccionada. Pero viéndola no se siente para nada como una historia fraccionada, viendo cómo evoluciona el personaje e involuciona la humanidad. La película tiene la sensibilidad más extrema, característica de Ana, pero aún más, esta película es realmente una obra de arte”.