En “Escribir en el aire”, Paula De Luque homenajea al coreógrafo Oscar Araiz con un profundo y sensible estilo cinematográfico que se escapa de la película de bronce, construyendo una obra que se forma delante del espectador.
Para conocer más detalles de la propuesta hablamos con la realizadora que piensa, además, en sus próximos proyectos.
¿Cómo fue imaginar a Oscar Araiz desde otro lugar y proponerle la película?
Se lo propuse por teléfono, lo llamé y le dije quiero hacer una película con vos, le gustó la idea y la hicimos. Con respecto a la inversión de roles, estoy agradecida, porque él fue mi director, y es difícil separar la figura del director del maestro, si bien yo me formé en el Teatro Colón y mi experiencia era de danza clásica, cuando se estrenó “El exilio de Gardel”, con Núcleo Danza, yo supe que quería hacer eso y en cine, aunque sabía que faltaba tiempo. Al tiempo me sumé a las compañías de danza contemporáneas habidas y por haber en Buenos Aires es ingresé a Núcleo Danza y me quedé con ellos diez años y viajamos por el mundo. Oscar era un referente para los bailarines de nuestra generación, si él estaba en la platea era todo muy tenso, y una vez, después de una función, en donde tenía una serie de solos, me llamó para formar parte de su compañía, que era la del Teatro San Martín. Lo considero mi maestro, y con los años, en mi práctica profesional, que aprendí haciendo cine siendo intérprete en la danza.
Oscar dice algo así en la película…
Sí, e inspirada en el libro de él y de mi propia experiencia, “Escribir en el aire”, esa estela que dejan los cuerpos en movimiento, tiene que ver con eso. Su inquietud por la danza comienza por el universo de la madre, asociado al dibujo. El guion está basado en algunas frases del libro, no hay división entre ficción y documental para mí, para mí es una película, y toda película es una ficción, un recorte del universo en la cabeza de un autor. “La obra no existe, es todo un constante devenir de algo sin definición”, aunque en el cine hay que hacer un corte, en la danza también, pero lo que tiene al no estar grabada, se puede resignificar, es siempre lo mismo aunque se resignifican, como “La consagración de la primavera”, que tuvo varias adaptaciones, la suya es de los años sesenta, sobre una partitura, exquisita, imposible de superar. Siento que el cine le tiene que dar un cierre, y la diferencia con la danza, es que uno vuelve sobre el tema en la próxima película. Siento que “Las formas de las horas” y “Escribir…” son similares.
Hay algo del círculo y el movimiento…
Un constante devenir de algo sin definición, lo que dice Oscar, tal vez tiene que ver que las dos las hice yo, pero también que las hice en un momento histórico particular, de vaciamiento cultural, una como resistencia, y otra con cuerpos en danza y sobre un espacio pleno de escombros, en donde se vuelve a construir. Por ahí dicen que todo arte es político, mi cine es político, pero ambas las he hecho con una libertad creativa absoluta, y la libertad está ahí, porque no me sentía libre en la vida cotidiana.
¿El vio la película?
No, no me pidió verla antes.
Eso habla de la confianza…
Sí, el tráiler lo vio en Instagram, me puso me gusta, dije bien. Siento que él va a estar conforme con lo que hicimos, porque la danza maneja un nivel de abstracción, que él maneja, que más allá que no vio la película, sabe cómo es. Estuvo en todas las jornadas, ofreciéndose de una manera única.
Hay detalles como el de la naranja, pero otras cosas bellísimas como el pez…
Oscar me contó que era su mascota, en Bahía Blanca, y no quería ser explicita, con cierta influencia de David Lynch, introduje eso.