Franco Burattini: El Señor de las Armas

El oficio de armero, preparador de explosiones y efectos especiales prácticos en cámara puede sonar ajeno para el grueso del cine nacional, pero no se confundan: Franco Burattini y su equipo tienen más de 300 créditos en su haber.

Rosario, 27 junio 2014, rosario, cine, rodajes, largometraje, brisas heladas, calles, iriondo y jujuy, escrita y dirigida por gustavo postiglione, produccion fernanda taleb, direccion de fotografia hector molina, maria celia ferrero, norman briski, carlos resta, popono, explosion. Foto: Andrés Macera.

La especialización en FX prácticos (o sea, la realización de armas, explosiones, tiros y elementos de pirotecnia en cámara) es un área en la que cada vez pueden encontrarse más profesionales pese al avance de los VFX (efectos digitales). Pero a fines de los ´90 y principios del 2000, no había demasiado espacio para este tipo de servicios dentro del cine y la televisión argentinas.

Cuando muy cada tanto aparecía una película que necesitaba hacer uso de armas disparando en vivo, las productoras recurrían a alguna de las dos compañías históricas del rubro; en particular a la gente de Tom Cundom, quienes participaron en títulos tan variopintos como megaproducciones internacionales como “Highlander 2” y “La Peste”, de Luis Puenzo, hasta las aventuras de los Extermineitors.

Pero a principios de 2000, ¿intentar ingresar al cine nacional mediante las producciones de la FUC y el cine independiente? Ese era un verdadero desafío.

Esos fueron precisamente los inicios de Franco Burattini, un estudiante de la carrera de Realización Cinematográfica becado en la FUC que empezó a realizar los efectos especiales de los cortos de prácticamente toda la institución hasta convertirse, veinte años después, en el proveedor de servicios de pirotecnia número 1 del país.

Siguiendo el consejo de una de sus profesoras que, ante la duda de si se dedicaba a los efectos o iniciaba una carrera en la dirección, le dijo: “mirá, para perfeccionarte en un oficio, tenés que empezar ahora. Dirigir una película cuando tengas cuarenta y tengas plata, lo hacés sin problemas”, Burattini pasó de la etapa estudiantil a buscar abrirse camino en el mundo profesional a través de su empresa Piromanía FX, cuyo primer logo fue diseñado en Paint.

Años después, todas las armas que vimos en “El Ángel” de Luis Ortega, en “El Robo del Siglo” de Ariel Winograd y hasta en producciones internacionales de Netflix como “Los Dos Papas” con Jonathan Pryce y Anthony Hopkins y “Operación Finale” con Oscar Isaac, Ben Kingsley y Mélanie Laurent lo tuvieron como “weapons master”.

Como la mayoría de los que arrancaron enamorados del cine a fines de la década del ´80 y principios de los ´90, Burattini forma parte de la generación que se formó viendo los programas de Making of, especialmente los que se emitían dentro de “Contacto Visual”, conducido por Dardo Ferrari en la pantalla de la Telelvisión Pública de antaño (el ex ATC).

“Resulta que Ferrari levantaba capítulos de ‘Movie Magic’, un programa norteamericano con detrás de escenas de películas. Cuando ese show llega a HBO, lo primero que veo, en el ´93, es el making de ‘El Demoledor’, y me dije: yo quiero laburar de eso. El único tema es que, años después, me di cuenta que el tipo que hacía los efectos de esa película vivía en Los Ángeles y yo en Tres Arroyos, en el medio de la Pampa Húmeda, donde el concepto de cine era el cine Tortoni donde pasaban películas”, recuerda Burattini.

De todas maneras, intentó dar sus primeros pasos por fuera de los cortos con amigos de la adolescencia. Tras un curso de realización en la Universidad de La Plata, logra entrar a la FUC mediante una beca para estudiantes del interior. “Me vine a vivir a Capital y se me abrió un mundo nuevo. Además, vi de primera mano el hervidero de talento que había en esos años: me cruzaba con Szifron, con Sebastián Perillo, con Gabriel Medina; toda una generación que salió muy prolífica”.

En un universo cerrado donde todos estudiaban para ser directores y algún que otro rubro técnico, Burattini era el único con el “berretín”, como le dice él, de realizar efectos especiales. Se compró dos armas de fogueo, decenas de cartuchos y se convirtió en el realizador de efectos de prácticamente todos los cortos de la FUC.

Su primer trabajo profesional fue en la ópera prima del ahora periodista Alexis Puig, “Vendado y Frío”, en 1998. Fue la primera vez que el logo de Piromanía FX apareció en el celuloide.

De ahí pasaron 20 años sin parar, “atravesando todas las tormentas del país, del mercado y, obviamente, muchas personales. A veces se daba que el país estaba para atrás, pero nosotros no parábamos de trabajar”.

Sin embargo, pasaron más de ocho años para que Burattini y su empresa pasaran de trabajar de manera esporádica a ingresar a su etapa más comercial. “A partir de 2007, cuando el cine deja de ser de elite y se filman de 60 a 80 ficciones por año, ahí se da el primer cambio. Y cuando a eso le empezás a sumar las producciones de la TDA, con cuarenta series y miniseries, con un perfil de presupuesto medio para arriba, es que cambia toda la historia”.

Es por esa época que el cine de género local cobra vida a nivel industrial, con el regreso del cine de terror, el policial y hasta westerns. Los realizadores pasan a necesitar proveedores específicos para el manejo de armas, explosiones y demás, y no empresas que ofrecían un poco de todo en su catálogo. Con presupuestos medianos (la segunda vía, ahora conocida como “audiencia media”) y decenas de proyectos para la Televisión Digital Abierta, Burattini reconoce que encontró un nicho especial: “trabajábamos mucho porque nunca cobramos fortunas por lo que hacíamos: el concepto fue ser accesibles para tener siempre trabajo”, reconoce.

 

VIENEN DE AFUERA

Burattini admite que la cantidad de producciones locales decayó en estos últimos años. Pero su empresa pasó a ser recomendada por popes internacionales y logró equilibrar el work flow mediante los servicios para producciones del exterior: publicidades, películas. Pero, muy en particular, la frutilla de la torta del mercado audiovisual actual: las series.

Al ser proveedores de servicios, muchas veces Piromanía es parte de grandes producciones sin estar enterados de los nombres para los que trabajan. “Hicimos servicios para un videoclip. Tuve que estacionar el camión en un estacionamiento y no podíamos entrar al estudio, que estaba rodeado de las más estrictas medidas de seguridad que te puedas imaginar. Después me enteré que era para un video de Madonna. Y no teníamos ni idea de que estábamos trabajando para una producción de ella”.

 

PUNTOS DE INFLEXIÓN

Luego de veinte años en el mercado, Piromanía FX y Burattini tienen sus hitos en cuanto a momentos que marcaron un antes y un después para la compañía y su creador.

Para la escena final de “El Ángel”, de Luis Ortega, tuvieron nada menos que 106 armas en locación. Piromanía estuvo a cargo de una de las películas que más fogueo y explosiones utilizó recientemente en el cine nacional: “Soldado Argentino solo Conocido por Dios”, de 2017, en la que recrearon una batalla en las Islas Malvinas, con explosiones y decenas de armas otorgadas por el ejército modificadas para usar con fogueo. “Nos dieron armas funcionales, pero todo en extremo controlado: los tapones solo los ponía el armero del ejército porque era el máximo responsable. Había ingenieros en explosivos que venían a ver cómo hacíamos las cosas y compartían know how. Fue muy particular en el medio cinematográfico realizar esa película, fue una muy linda aventura”, recuerda.

Pero sin dudas el mayor orgullo para Burattini es “Operación Finale”, una coproducción internacional dirigida por Chris Weitz con Oscar Isaac y Mélanie Laurent, entre otros. Este filme, que cuenta la historia de un equipo de agentes secretos encargado de localizar en Argentina al oficial nazi que ideó el Holocausto, fue “un desafío”. Un escenario de la década del sesenta en la que debían conseguir -o construir- seis tipos de grupos de armas históricas. Burattini recuerda: “Teníamos las armas de los alemanes y de los comandos ingleses para las escenas en la Segunda Guerra Mundial, también las del ejército israelí de 1960, las de la policía israelí y el Mossad de esa época. El director estaba chocho: no solo nos felicitó, sino que a todo lo demás del equipo de diseño, vestuario y efectos les habían pedido cambios, menos a las armas, que aprobaron de una. Es un orgullo para uno”.

¿Esas armas las vas consiguiendo o las montás para los rodajes?

Es que en un momento este trabajo se transforma también en coleccionismo. Tengo una muy buena excusa para seguir coleccionando. Tengo armas reales modificadas, armas de goma, armas de plástico, réplicas hechas por artesanos (muchas de ellas, hechas a mano). Lo que no hay se consigue y lo que no se consigue se fabrica.

¿Y en cuanto a permisos?

Estamos registrados en el RENAR, tenemos todo con papeles. Eso da una situación de seguridad a la hora de pedir material, que es también lo que nos permite tener acceso. El año pasado, en el medio de un rodaje, llegó un patrullero al set, y todos se asustaron. Yo mostré los papeles y en diez minutos se estaban yendo. Algunos se sorprendían que tuviera todo al día, pero es obvio. Es como que paren a un camionero y no tuviera el carnet o el seguro.

 

CUIDAR AL ACTOR

Burattini reconoce que, salvo en producciones más generosas, por lo general sabe que siempre hay limitaciones: de tiempo, de presupuesto, de recursos. Pero eso no hace mella en las medidas de seguridad que maneja. “Yo soy de una generación que produce como puede. Pero lo que tiene que ver con mi rubro, estoy siempre ahí para explicar todo: cómo se usa, cómo se limpia. Instruyo en set sobre todo lo que tiene que ver con mis materiales”.

Su rubro es casi exclusivo de escenas de riesgo. Pero por más que reconoce que los colegas que también ofrecen estos servicios son “muy buenos todos, se filtró por completo el garca de décadas pasadas que hacían de todo y te metían las armas como algo más en el catálogo”, aún lo sigue sorprendiendo que sean muchas veces los mismos actores los que lo piden a él para supervisar stunts o manejo de armas en set. “Cuando los actores me piden a mí o me mencionan para las películas que van a filmar para hacerme cargo de las armas es un orgullo: Germán Palacios me pidió personalmente para “Los Últimos”, hablándole de mi a Nicolás Puenzo, el director. O gente como Juan Palomino, Lautaro Delgado. Eso me sorprendió siempre: que te elija el actor, que no tiene nada que ganar con el hecho de que uno esté trabajando en la película. Pero es que, por más que sean props, no deja de ser manejo de armas. Y te dicen: ‘ah, menos mal que estás vos’. Por eso siempre hay que estar atentos, y siempre hay que cuidar al actor. Tomar la responsabilidad de cuidarlos es lo más lindo”.

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