“Hoy se arregla el mundo”: llega la gran apuesta del cine argentino para recuperar público

La entrañable historia, dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Leonardo Sbaraglia, es promocionada con una gran campaña publicitaria

El relato de «Hoy se arregla el mundo» se corre, por primera vez, de la pirotecnia y risas a las que nos tiene acostumbrado a Ariel Winograd. El director de las exitosas «Sin Hijos» o «Mamá se fue de viaje» muestra otra faceta, mucho más medida y madura, en un relato que tiene a un padre y su supuesto hijo en el centro.

Pero no es el único cambio que veremos. Winograd, hábil, deconstruye moldes y recetas, fagocita géneros y películas como «Luna de Papel» y clásicas buddy movies, para reinventar todo en un mix tan entretenido, como emotivo a la vez. Protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Benjamín Otero y Charo López, cuenta además con un elenco de lujo de actores secundarios, como Natalia Oreiro, Soledad Silveyra, Diego Peretti, y muchos más.

EL DIRECTOR

Sobre lo que diferencia a su décima película (ocho en Argentina, dos filmadas en México) del resto de su obra, centrada exclusivamente en la comedia, Winograd explica: “Acá la comedia se mezcla con un nivel de sensibilidad que transmite el personaje, más allá de la tragedia tremenda que atraviesan. Digamos que es casi un culebrón a nivel trama, con un disparador que genera luego, en vez de una road movie, una una road father. Tiene algo de «Luna de Papel», de Peter Bogdanovich, y algo de buddy movie, de dos diferentes que no se bancan pero que tienen que estar juntos para lograr el objetivo. Eso también la diferencia de películas como Sin hijos y Mamá se fue de viaje”.

En un elenco plagado de superestrellas del cine argentino como Sbaraglia y Oreiro, destaca el debut de Benjamín Otero, quien interpreta al niño que sale en busca de su verdadero padre. ”Hay un gran trabajo de María Laura Berch al seleccionar al niño. Hay algo que funcionaba, más allá de lo que uno pueda hacer después», reconoce Winograd. «Benja estaba paradísimo y con unos pensamientos de adulto, y su look nos servía: un poco frío, un chico solitario que debía tomar decisiones de adulto. Su rostro es impactante en pantalla, tiene mucha presencia. El trabajo con él, por leyes laborales muy buenas para niños, era de entre tres o cuatro horas por día. Luego era todo en referencia a él, pero sin que estuviera. Benja está en el 80 por ciento de las escenas, por lo que debíamos armar una logística muy bien pensada para terminar todo”, agrega sobre la elección y el trabajo con Otero.

Winograd es uno de los realizadores más prolíficos de cine argentino industrial del siglo 21 y uno de los más taquilleros: sus siete filmes pasados suman más de 5.000.000 de entradas vendidas en el país, además de más de una decena de remakes de varios de sus títulos a nivel internacional. De más está decir que las expectativas sobre «Hoy se arregla el mundo», tras dos años sin ninguna película argentina por encima de los 100.000 espectadores, son altas. “Quiero que se estrene y confío mucho en la película. Si el público la elige, va a pasar un lindo rato. Es un muy buen plan de verano ir a verla al cine, tiene todos los aditamentos para pasarla bien. Cuando me ofrecieron este guion, al leerlo, sabía que era distinto, e incluso me lo habían ofrecido antes de hacer El robo del siglo. Siempre supe que no era una película que me fuera a ser fácil rodar y eso es lo que más me interesó: salir de la zona de confort como el protagonista. Vengo de hacer películas que al público les gusta, que funcionan en la taquilla por suerte. En ese sentido buscar otros climas para contar es algo que siempre me interesa, me interesa seguir aprendiendo. Creo que de eso se trata: de desafiarse, de buscar, de no hacer siempre lo mismo, que me haga pensar más”, concluye.

 

LOS ACTORES

Consultado sobre por qué hizo tan poca comedia en nuestro país, Sbaraglia dice: “Creo que sencillamente no se dio. Seguramente había cierto prejuicio de mi parte, ciertos miedos que se fueron extinguiendo. Tenía muchas ganas de trabajar con Wino. Lo más cercano a la comedia que hice fue Impostores con Leticia Brédice, dirigidos por Juan Bautista Stagnaro para Fox, después hice mi participación en Días de vinilo, El gordo y el flaco, en los noventa. Pero es cierto que es lo que menos hice y es un género que a mí me gusta mucho, me encanta. Me siento muy cómodo ahí, y creo que ahora se destapó la olla. De hecho ya tenemos otro proyecto con Wino”.

Sobre su personaje, el actor suma: “Es un personaje que lo lindo que tiene es que se transforma en base a las circunstancias que le pone la vida, que todo el tablero donde estaba cómodo se le desacomoda y se ve obligado a convivir con algo que nunca había convivido y se da cuenta que esa convivencia lo hace más humano, lo hace mejor persona. Me dio mucha ternura al leer el guion, no dudé. Con Wino hace mucho que queríamos trabajar juntos y ahora se convirtió en un amigo. Estoy muy feliz de trabajar con él, me parece que entendió muy bien al personaje, un tipo que se va dando cuenta que en la propia balanza de la vida tienen que pesar más”.

Sobre su conexión con Benjamín Otera, Sbaraglia comenta: “Trabajar con un chiquilín tiene su complejidad al que no le pedís nada como a los intérpretes adultos. Tenés que aprovechar lo mejor de esa identidad, esa ternura, esa transparencia, esa honestidad. Y al mismo tiempo la paciencia, porque prácticamente la dinámica del rodaje gravita alrededor de su paciencia, del límite horario que tiene, y de la propia fragilidad de lo no profesional. Ahí tenemos muchos elementos que hay que adaptarse”.

Luego de un debut en «Perdida» (2018), Benjamín Otero se prueba el traje de coprotagonista junto a Sbaraglia a una muy tierna edad. Sobre su partenaire adulto en la propuesta, el actor comenta: “Leo es alguien muy copado para trabajar y fuera de cámara es una muy buena persona. No sólo es bueno actuando, sino también alguien con quien podés hablar y es amigo de todo el elenco. Cuando arrancamos él me empezó a hablar a mí, me saludó y se formó un vínculo. Me sorprendió que en el rodaje todos eran copados, ninguno mala onda o serio, todos copados, con todos podías hablar”, cuenta Otero.

Sobre la experiencia de verse en pantalla, el actor de 11 años reconoce: “Cuando vi la película me llamó mucho la atención que creí que iba a ser peor lo que hice. Pensé que actuaba peor, pero me gustó lo que hice. Tengo 11 años, y pensé que no iba a estar bien. Todos quieren ir a ver la película conmigo, vamos a tener que alquilar un cine, todos quieren verla conmigo, y claro que es lindo ir con el protagonista, pero no sé cómo voy a hacer porque si voy con todos el mismo día llenamos el cine”, finaliza.

 

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