Shakespeare es clave en la obra de Matías Piñeiro, quien exploró sus clásicos relatos, aggiornándolos para bucear en universos en donde la mujer era el impulso para seguir adelante sus historias.
El caso de “Isabella”, es una vez más, la excusa para trabajar con su frecuente equipo técnico e interpretativo: Fernando Lockett en fotografía; y María Villar, Agustina Muñoz en los protagónicos.
En «Isabella», Mariel (María Villar) es una actriz de Buenos Aires que intenta obtener a lo largo de dos años de audiciones el papel de Isabella, la heroína de la comedia ‘Medida por medida’. En el camino entre la frustración y la idea del éxito, Mariel se encuentra una y otra vez con Luciana (Agustina Muñoz), una antigua compañera de teatro, que actúa como una suerte de sombra brillante, un destino que no puede evitar, que la ilumina y encandila al mismo tiempo.
Haciendo Cine habló largo y tendido con Piñeiro sobre el proceso creativo detrás de su nueva película, la cual se verá en la Sala Lugones a lo largo de esta semana.
¿Cómo fue el rodaje de Isabella?
Trabajé con un grupo reducido de personas, en pocos días, con pocas personas. La verdad que pareciera haberse hecho en una situación limitada como la de ahora: con los exteriores que tiene, no hay besos, no hay intimidad, casi siempre son dos personajes en escena, es casi una humorada. Y si bien yo no estoy en un momento de salir a filmar he hecho esta película y otras también con las que me podría haber adecuado. Yo me adecúo, siempre trato de pensar cómo se puede hacer posible una película.
Si no supiera que fue hecha antes, pasaría como una película filmada en pandemia…
Yo tiendo a la adaptación, porque si no no filmo nunca. Ahora hay que mantener la empatía para mantener a la comunidad sana y hay algo del trabajo que es salud. Si tuviera que haber filmado una parte de “Isabella” este mes, el guion se hubiese adaptado a esto. Si tuviera que haber filmado de corrido, cosa extraña en mí, no lo hubiese hecho, o habría tenido en cuenta variables para poder filmar.
Venís trabajando con un equipo consolidado y hasta incorporás cuestiones como el embarazo de Mónica Villa sin mucha cuestión…
Claro, porque no me voy a poner en contra de eso, y además me permite pensar en cosas que tal vez no había imaginado. Me interesa que el personaje esté embarazado pero no es el factor principal que la configure como mujer en conflicto. Si uno se mantiene flexible y va escuchando las cuestiones que se van dando, la ficción se amplía.
Generalmente el tiempo de tus películas es el presente continúo. ¿Por qué uno piensa eso?
El cine es en presente, está después la época, de ser contemporáneos. Aun en las películas de época la sensación es de presente. En “Isabella” me detuve en las variaciones que producen los pequeños desfasajes temporales, donde hay varios pasados, y presentes. Hay algo de problematizar el tiempo y el espacio, y el cine tiene que ver con eso. Me gusta complejizarlo. Por eso la película se plantea cuál es ese presente: no siempre es el mismo, no va de manera lineal. Lo que hay después siempre es una idea de cercanía. Venimos trabajando con este mismo equipo hace 12 años, y las primeras películas las asociaban a “un grupo de veinteañeros”. Y yo no quería hacer eso, pero sí hablaba y pensaba desde mi presente, y ahora empiezan a aparecer les niñes, ya veo que los señores y señoras de 70 aparecerán a mis setenta. Hay algo de la cercanía y la proximidad que me permite pensar lo que cuento, y lo voy gestando, en el continuum. Hay una tendencia de proyectar aquello que tengo muy muy cerca.
Se dice que uno cuenta lo propio con la identidad y el momento…
Hay mucho de uno que aparece. Si agarro Shakespeare es porque me interesa intensamente lo que se propone en esos personajes, en esos textos, y quise ponerlo. A otros cineastas tal vez les guste separarse de su tiempo y edad, y se acercan a otros universos. En principio es algo que aún no me planteé, pero si hay algo que tiene que ver con el presente y la cercanía y no ir a algo lejano. Es una musculatura que tengo ahora, y por ahí a los cincuenta quiera hacer historias de amor de veinteañeros. Lo dudo, pero a mí me inspira el círculo en el que estoy y la sensación de familia.
Finalmente Isabella llega a los cines tras pasar por festivales
Como la hicimos de manera independiente no teníamos la desesperación de estrenarla. En un mundo en donde estamos viendo películas en un teléfono, la imaginamos en la inmersión de la sala del cine, porque además es demandante en cuanto a tiempos narrativos. tiene una noción de color particular. No niego de lo virtual, pero quería esperar porque las películas no envejecen. Para mí será vieja, pero para vos que no la viste no.