Aunque parezca sorprendente, la primera película de terror argentina moderna se estrenó en salas en 2008. Antes de eso, el último título local en llegar a los cines había sido en… 1988. Veinte años antes.
Falta de apoyo institucional y rechazo de los organismos estatales a darles créditos y subsidios a este tipo de propuestas llevó a que una gran cantidad de películas se filmaran en la completa independencia, sin lograr estrenos en el país más que en muestras y festivales; pese a que muchas de esas películas lograron venderse a decenas de mercados alrededor del mundo.
Las cosas cambiaron desde 2008, y llegan a casi cincuenta las películas nacionales del género en filmarse con apoyo del INCAA. Sin embargo, salvo algunos filmes exitosos como «No Dormirás», «Sudor Frío», y «Resurrección», el público les continúa siendo esquivo.
«La Funeraria» es el más reciente ejemplo de película argentina que triunfa en el exterior pero que tendrá su prueba de fuego en el mercado local. Estrenada en 500 salas en Rusia, en cines de varios países de Europa y en la plataforma Shudder (el Netflix de las películas de terror) en Estados Unidos, la ópera prima de Mauro Iván Ojeda se estrena en Jueves Estrenos: se podrá ver en el Gaumont y otros espacios INCAA, mañana sábado a las 22.00 hs en Cine.ar TV y gratis toda la semana en Cine.ar PLAY.
La particular propuesta, que atrajo a públicos de todas partes del mundo, se centra en una familia dueña de una funeraria que convive con una presencia sobrenatural. Más que sufrirla, terminan acostumbrándose a la particular situación. Sin embargo, un día deciden tratar de descubrir el origen de estas criaturas…con un resultado aterrador.
Hablamos con su director para conocer más de la propuesta.
Debutás en el cine con una película de terror clásico que expande algunos temas de tu corto anterior, «La Nueva Biblia». ¿Qué te llevó a elegir este género para tu debut?
Siempre me sentí atraído por el cine de género; fue algo que desde mis siete años fui espectador de películas de terror. Estamos hablando en los ochentas, los noventas. Siempre fue mi cine predilecto. Si bien me gusta escribir y ver todo tipo de cine, el fantástico es lo que más me gusta. El universo que puede construirse en el terror, la ciencia ficción, para atrapar al espectador, es lo que más me seduce.
¿Cómo armaste la producción, y la puesta en escena en esa locación tan particular?
La producción fue un desafío enorme. Había muchas cosas que conseguir que son muy específicas: ataúdes, un baño químico. Encontrar la locación en sí que sirviera para la puesta que tenía en la cabeza llevó varios meses. Hasta por momentos, al no encontrarla, barajé la posibilidad de construir un ambiente en una casa que sirviera de funeraria. Pero la verdad no me seducía la idea de falsear justo ese ambiente: quería que fuera algo más orgánico porque me parecía que a la historia le iba a servir para causar mayor impacto. Y finalmente se pudo encontrar y se aprovechó al máximo: hay muchos planos secuencias, tomas de seguimientos a los personajes. Mi idea era esa: situar al espectador espacialmente
La película se estrenó en 500 salas de Rusia, con un lanzamiento que, para el cine argentino, sólo alcanzó hace un par de años «Aterrados». ¿Cómo llegó la película a interesar tanto en un mercado tan lejano?
Creo que afuera gustó y mucho. El primer festival al que ingresó fue el FantAsia, en Canadá; y ahí tuve la oportunidad de interactuar con los espectadores (de manera virtual) y la respuestas eran muy genuinas y todos hacían preguntas con respecto al guion, a la historia, a la atmósfera de la película. Todos quedaron enganchados con la propuesta. Ahí me di cuenta que la película tiene elementos muy universales para atrapar y asustar.
Además, la película tiene un recorrido internacional muy destacado para una ópera prima de género, habiéndose estrenado en Shudder en Estados Unidos. ¿Qué sentís sobre este alcance?
Cuando culmina una película de género, uno traza en su mente una especie de hoja de ruta deseable para la película. Algo que muchas veces después termina no dándose. Ciertos festivales que son como los deseados por la repercusión y el prestigio, como Fantasia, Sitges, Fantasporto. Y que «La Funeraria» haya logrado entrar a la mayoría de esos festivales y más siendo mi ópera prima, la verdad que me dio mucho orgullo. La pandemia no me permitió viajar pero la selección en sí es un orgullo. Y coronarlo con la noticia de haber entrado en Shudder, la plataforma de cine de género más prestigiosa del mundo, fue una enorme alegría. Una vez que uno la termina la película hace su recorrido solita.