A lo largo de la década del ´90, MTV era conocido por pasar videos de música (¿se acuerdan?) y por estar a la vanguardia en cuanto a animación para adultos. Beavis & Butthead, Aeon Flux, Daria. En esa época, la competencia local del canal norteamericano con sede en Miami se llamaba Much Music. En 1998, los directivos del canal dijeron “nosotros también queremos tener dibujitos”. Y así consiguieron que unos estudiantes de animación produjeran unos separados animados sobre un marciano que llega a la Tierra a vengar la muerte de su mascota, asesinada por un satélite terrestre que cayó sin control sobre suelo marciano. El personaje, Mercano, se convirtió rápidamente en objeto de culto.
“Mercano, el marciano” fue creado por Juan Antín y Ayar Blasco, quien años después de esta experiencia, partió solo a seguir experimentando con la animación, creando universos tan peculiares como personales.
Muchos lo conocerán por sus historietas (algunas de las cuales ilustraron las páginas de esta revista años atrás) o por sus animaciones, algo rudimentarias pero plagadas de un humor negro no apto para sensibles.
La primera muestra de que ese talento estaba para cosas grandes fue cuando debutó como director con la comedia postapocalíptica “El Sol”. Esta película fue también la primera experiencia en solitario de una productora que también empezó a andar su propio camino luego de trabajar en sociedad por años: Jimena Monteoliva.
Los años pasaron, Ayar y Jimena siguieron cultivando una entrañable amistad, y un día Ayar dijo que quería volver al largometraje. En realidad, estaba trabajando junto a Salvador Sanz (uno de los nombres que juegan en primera en lo que es la historieta argentina) en una historia a la cual el dibujante no terminaba de encontrarle la vuelta. En vez de descansar en el sueño eterno del fondo de los cajones que los dibujantes y escritores suelen tener, Ayar le pidió la historia para poder hacer algo propio con ella.
Sanz aceptó y tras varias modificaciones, la historieta mutó en “Lava”, un largometraje animado que llega este mes a las pantallas de Cine.ar tras pasar por la Competencia Oficial de Annecy (el principal festival de animación del mundo) y por Sitges, EL festival de cine de género.
¿Pero de qué va entonces “Lava”? Débora (con la voz de Sofía Gala) se gana la vida como tatuadora. Una noche cualquiera, su compañera de vivienda invita a su novio y a un amigo a la casa que comparten. Sentados en el sillón, consumen la serie del momento, Gain of Clones, hasta que, de repente, la señal se corta y la pantalla se tiñe de rojo, mientras flotan unas imágenes subliminales. Nadie recuerda lo que pasó los últimos dos minutos. Pero cuando salgan a la calle descubrirán que una extraña y bizarra invasión a la ciudad ha comenzado.
Claro que ninguna animación estaría completa sin el talento de las voces. Y en “Lava” hay talento de sobra: Sofía Gala Castiglione, Justina Bustos, Martín Piroyansky, señorita Bimbo, Martín Garabal, entre otros.
Mientras Monteoliva, Blasco y la coproductora Florencia Franco se encontraban viendo el estreno en Cine.ar TV de “Matar al Dragón” (película dirigida por Monteoliva, que fue tapa de HC el mes pasado), aprovechamos para hacerles unas preguntas sobre el proceso de realización de “Lava”.
¿Cómo surgió esta idea para “Lava” a una década de tu último largo animado?
Ayar Blasco: Originalmente “Lava” era el guion de una novela gráfica que iba a dibujar mi amigo Salvador Sanz, que es dibujante de historietas. Le gustó, pero la encajonó porque tenía otras ideas para hacer. Pero yo le dije: “bueno, pero dámela y la hago yo”. En un principio, la quise transformar en una novela gráfica, pero después me di cuenta de que lo que tenía en las manos era un guion de cine. Entonces con Jime entramos a desarrollar el guion. La presentamos al INCAA unas cuantas veces (risas) y cuando finalmente salió aprobada, le dimos una nueva pasada al guion y ahí sí quedó listo para filmar.
Jimena Monteoliva: Añado que las dos primeras veces que pasó por Comité, el proyecto no fue aprobado. A la tercera revisión que hicimos, sí. Costó un huevo hacerla. Creo que el principal inconveniente era que, más allá del guion, entendieran cómo iba a ser la película. Les terminamos mostrando lo que fue la primera película de Ayar, “El Sol”, y sus otras animaciones que se engloban en lo que es “Chimiboga”, que son los cortos que hace Ayar para su canal de Youtube y sus redes. Recién ahí creo que el Comité entendió un poco más cómo iba a ser la película, y ahí se la aprobó.
¿Cómo encaraste la producción, teniendo en cuenta las dificultades en el país para hacer animación? Ni hablemos si encima es animación bizarra para adultos…
Jimena Monteoliva: No pensé que el hecho de hacer animación para adultos fuera más difícil, porque la verdad es que todas las películas que meto en el INCAA siento que van a ser dificilísimas de sacar adelante (risas). Pero “El Sol”, nuestra primera experiencia juntos, había sido una película económica, más que nada por el tipo de animación que hace Ayar. Entonces, por un lado, una película como “Lava” o “El Sol” no suele ser lo que buscan compradores locales o extranjeros al no ser animación tradicional para un público familiar, pero al menos la producción en sí no es complicada. Al contrario, con Flor (mi socia productora) siempre bromeamos que ojalá todas las películas que hacemos fueran así. Porque a nivel producción es algo tan contenido y el margen de error es tan mínimo, que es un placer.
¿Cómo son esos tiempos que manejás? ¿En qué etapas se divide la producción?
Ayar Blasco: La producción llevó un año. Fue todo casi por reloj, te diría. Nos ayudó haber podido realizar una preproducción excelente. El guion ya de por sí estuvo bastante trabajado. Y en la pre planificamos todo; tuvimos mucho laburo de storyboard, animatics, diseño, color, sonido, música. Estuvo todo muy pensado desde el vamos. Esa preproducción nos llevó cuatro meses y -gracias a eso- los seis meses de rodaje (la producción propiamente dicha) no solo fueron fáciles, sino que hasta fueron divertidos, ya que estaba todo bastante cocinado. Hasta me pude dar el lujo de decirle a los animadores que, si se equivocaban, no se preocuparan y no descartaran esos errores, que esperaran a que quizás los dejábamos en el corte final. Si hay algo que a mí me gusta es que, aun en la animación, se note lo espontáneo. Y si hay errorcitos que son graciosos, prefiero dejarlos. No hubo estrés, hubo muy poquitos problemas. Y en la post todo salió en horario, en regla y según lo cronogrameado, ¡lo que puso a las productoras muy contentas! (risas)
Entre “El Sol” y “Lava” pasaron diez años. A nivel técnico, ¿cuáles fueron las más grandes diferencias en la forma de trabajar la animación?
Ayar Blasco: Principalmente, la gran diferencia fue que usamos otro programa de animación. “El Sol” la hicimos con FLASH, un programa que conozco mucho porque lo trabajé durante años. Pero para “Lava” tuve un equipo de trabajo con animadores seniors y juniors. Ahí fue donde entró mi amiga Bárbara Cerró, quien fue mi link con la escuela de diseño y animación DA VINCI. Estos animadores usaron otro programa, el MOJO, que es como una especie de FLASH pero un poquito más 3-D. A ese programa yo no lo conocía muy bien. Entonces, desde lo técnico, la diferencia es más grande, porque estábamos usando un programa que era un poco más complicado de lo que suelo usar. Pero, al mismo tiempo fue más fácil, porque a diferencia de “El Sol”, acá trabajamos con un equipo mucho más grande de animadores. Tené en cuenta que en “El Sol” estuve animando todo yo solo con Mario González, mi director de animación. En “Lava” tuvimos unos 12 animadores juniors y 4 seniors, así que, el flujo de trabajo fue diferente por completo. El resultado era más rápido.
¿Cómo dirigís a los actores que debutan en esto de darle voces a personajes animados?
Ayar Blasco: Con Sofi Gala y Martín Piroyansky vengo trabajando mucho. Sofi está ya muy canchera en esto. Pero ahora exploré una nueva faceta de trabajo con los actores. En “El Sol” y en mis cortos animados suelo grabar las voces primero y después animo sobre eso. En el caso de “Lava”, la animación ya estaba hecha antes de grabar las voces. Eso hizo que no hubiera ningún espacio para la improvisación. Ahí me di cuenta de lo importante que fue haber elegido actores profesionales, porque están acostumbrados a realizar doblaje y te hacían las voces y el sincro labial perfecto. Para que los actores vieran el tema de las inflexiones y el tono que buscaba para cada uno de ellos, lo que hice fue grabar yo todas las voces de todos los personajes, entonces, después los actores tenían que imitar mi voz. ¡Y quedó re bien! De hecho, hay partes que pareciera que están improvisadas y no es el caso. Ni siquiera es que se apegaron al guion; ¡se apegaron a las voces que había grabado yo! Fue flashero verlos trabajar de ese modo.
Jimena Monteoliva: Acoto que a la versión de “Lava” con las voces de Ayar nos gustaría sacarla en algún momento porque es genial.