En «Las mujeres en el cine argentino. Imágenes, representaciones sociales, estereotipos», recientemente editado por editorial Malisia, María Matilde Balduzzi recorre exhaustivamente la figura de la mujer en nuestro cine y sus implicancias. Haciendo Cine dialogó con la docente e investigadora para saber más detalles de la propuesta.
¿Cómo surgió la idea de hacer el libro?
Durante los últimos 15 años, como docente e investigadora en la Universidad, me interesó, te diría más bien que me atrapó, el tema de las representaciones sociales, ese pensamiento de sentido común que se construye socialmente y que orienta nuestro comportamiento. Siempre lo había investigado a través de entrevistas. Pero en los últimos años me orienté a buscar ese pensamiento cotidiano en la producción cultural, particularmente en el cine. Me centré en el cine por la necesidad de hacer un recorte que hiciera posible la investigación y también por razones subjetivas: desde mi infancia, y sobre todo en la adolescencia, vi mucho cine y me interesaban especialmente las películas argentinas, incluso las que ya nadie veía porque eran viejas o pasadas de moda. Esto que yo hice con el cine, este trabajo de identificar representaciones sociales y estereotipos de género propios de una época, podría hacerse por ejemplo, con el radioteatro o con las telenovelas o analizando el contenido de las revistas destinadas a las mujeres o con cualquier otro producto cultural. De hecho, es necesario cruzar las distintas producciones de una época para entender el pensamiento de sentido común de esa época. El cine del período 1933-1941, por ejemplo, no puede entenderse sin considerar el tango como producto cultural, al menos en este tema de las representaciones sociales de género. El cine, además, es un campo interesante para este tipo de indagación porque pueden estudiarse las representaciones sociales de género y los estereotipos de género en sus transformaciones a lo largo del tiempo. Puede verse cómo fueron cambiando conjuntamente con los cambios que se producían en otras esferas: la economía, la política, el mundo del trabajo… Se puede ver cómo el cine tomaba y reelaboraba esa realidad en transformación y cómo, a su vez, incidía, con su construcción de imaginarios, en la producción de nuevas significaciones.
¿Por qué crees que aun sólo existe un puñado de publicaciones sobre las mujeres en el cine argentino?
Es difícil responder a esta pregunta. Las mujeres hemos logrado ampliar nuestros derechos a lo largo de más de un siglo y sobre todo en los últimos años. La reconstrucción de esa lucha ha merecido trabajos muy valiosos, desde la Sociología, la Historia, el Periodismo, entre otros campos. Sin embargo, hay pocos trabajos que analicen el cine argentino con una mirada centrada en las relaciones de género. Esa fue, también, una razón que me motivó a abordar este tema a través de una investigación: era una zona que se había explorado poco.
¿Cuánto tiempo te llevó a investigación? ¿Y cuánto elegir la periodicidad incluida?
La investigación me llevó unos tres años. En ese tiempo leí todo, o casi todo, lo que se había publicado sobre cine argentino y vi, y en muchos casos volví a ver pero con otra mirada, muchas películas.
En el marco teórico me pareció importante hacer un relevamiento de las distintas periodizaciones sobre nuestro cine, así que hice un recorrido desde la primera, que data de 1942 y apareció en el “Heraldo del cinematografista”, hasta la más reciente, de 2012. Esta última, la de Fernando Martín Peña, me pareció la más adecuada para mi indagación, no solo porque es relativamente reciente, sino porque tiene un carácter descriptivo y no evaluativo como la mayoría de las anteriores, y porque al identificar períodos más acotados me permitía centrarme mejor en mis objetivos.
¿Por qué crees que siempre a la mujer se le asignaron lugares marginales en la escala jerárquica de la industria audiovisual?
A las mujeres siempre nos asignaron lugares subalternos, pero no solo en la industria audiovisual, también en el ámbito de la política, en el de la ciencia, el empresarial… Durante mucho tiempo, el espacio considerado natural para las mujeres fue el de la casa, y sus tareas “naturales” las relacionadas con el hogar y la crianza de los hijos. Ese era su “mundo”. Esto se ve en varias etapas de nuestro cine. Incluso cuando el sistema productivo comenzó a demandar mujeres como mano de obra y trabajaban muchas horas en las fábricas y en el comercio, en las películas, en las historias narradas, se privilegiaba su rol de esposa y madre. Si eran empleadas de tienda, por ej., los personajes vivían el trabajo como un tiempo de espera para el matrimonio. Esto se ve en películas como “Mujeres que trabajan” de 1938 o “La cabalgata del circo” de 1945, pero también en muchas de las de las décadas del 50 y 60. Y lo mismo ocurría en la producción cinematográfica. Curiosamente hubo varias mujeres directoras en la etapa del cine mudo, pero luego y durante muchas décadas, hacer cine fue considerado cosa de hombres.
¿Cómo seleccionaste las películas incluidas?
Vi muchas películas, muchísimas. En algunas aparecían con mayor claridad las representaciones sociales y los estereotipos de género propios de una época, a través del argumento, de los diálogos y monólogos de los personajes, y de los roles que se les hacía desempeñar ya sea como protagonistas o como personajes secundarios. De modo que incluí esas en el libro, es decir, aquellas en las que se ve más claramente la imagen de mujer propia de una época. Por ejemplo, en películas del período del cine mudo (1896-1932) -las que pueden hallarse porque muchas se han perdido-, las protagonistas son el prototipo de la heroína romántica: bondadosa, sacrificada, sufriente, capaz de darlo todo, incluso su propia vida, por amor. Es interesante ver una película de 1916 titulada “Hasta después de muerta”, en la que esto aparece claramente (ya desde el título). También consideré el surgimiento de una mirada distinta, disruptiva, que aparece hacia fines de los 50 y comienzos de los 60 con las películas de Torre Nilsson, cuya guionista era Beatriz Guido, y que se potencia en los 80 con el cine de María Luisa Bemberg.
¿Cómo ves el momento actual, luego de conquistas, en cuanto a género y protagonistas femeninas?
Ha habido un cambio notorio en los últimos años, también en nuestro cine. Es un cambio de mirada que promovió María Luisa Bemberg y que retomaron directoras contemporáneas como Lucrecia Martel, Albertina Carri, Paula Hernández, entre otras. Hoy son muchas las directoras y en sus films el “ojo de la cámara” ya no se superpone con la mirada masculina que toma a la mujer como objeto. Por primera vez las mujeres, los niños y las niñas, los y las adolescentes, son sujetos y no objetos de la mirada. Es interesante ver, por ejemplo, escenas de “La niña santa”, de Lucrecia Martel, donde vemos a la adolescente que mira. La vemos mirar al acosador y luego percibimos, la incomodidad del tipo, que se siente observado. Nuestro cine, además, registra situaciones que el movimiento feminista permitió visibilizar, como los distintos tipos de violencia hacia las mujeres, y se incorporan a los films personajes que encarnan identidades sexuales diversas. También aparecen cuerpos de mujer distintos a los tradicionalmente considerados bellos por el cine. Pero por supuesto, también hay películas recientes que afianzan las representaciones sociales y estereotipos de género del cine de décadas pasadas, o ratifican la idea de destino amoroso y la noción de amor romántico.
¿Quién te gustaría que lea la publicación?
Me gustaría que este libro le lean todas aquellas personas a quienes les gusta y valoran nuestro cine. La gente que, como yo, ha visto cine argentino de todas las épocas, por puro placer, y reconoce actores y actrices que se fueron de este mundo hace muchos años pero dejaron su marca en nuestra cultura. Es decir, aunque se trata de una investigación que puede interesar a los académicos, me gustaría que a través del libro, personas de distintas edades se sientan motivadas a ver o volver a ver, películas de distintas etapas de nuestro cine. Por eso decidí incluir algunas fotos de escenas de películas, porque creo que viendo esas fotos en muchas personas se despertarán recuerdos de esa película o de las circunstancias en que la vieron en el cine y querrán volver a verla. Y tal vez ahora lo hagan con otra mirada. Si eso sucediera, sería para mi muy gratificante.