Matías Riccardi presenta su ópera prima “Leopoldo Jacinto, vida de campeón”, un homenaje cinematográfico a una de las grandes figuras del fútbol nacional. Entrevistas, recuerdos, material de archivo componen la materia de este documental que llega a Cinear y las pantallas INCAA. Haciendo Cine dialogó con el realizador para conocer más detalles de esta particular propuesta.
¿Cómo surge la idea de hacer el documental?
En el 2016. Hacía varios años que estaba con ganas de hacer un documental sobre el poco reconocimiento sobre el logro de la Selección Argentina en el Mundial 78. Me parecía injusto todo lo que se decía y creía que ese maravilloso equipo merecía una reivindicación. Sobre todo porque esos comentarios venían de gente futbolera y no solo de mi generación sino más grandes. Y siempre tuve claro que la horrible situación del país no tenía nada que ver con la proeza deportiva. Pero al escribir ideas y argumentos siempre me encontraba con testimonios y material de archivo y eso sabemos que no es un documental. Además, los programas especializados lo hacen mejor. Entonces dije: ¿Por qué no elegir un protagonista y que en primera persona cuente él cómo llegó a vivir ese mundial y salir campeón? Y de paso, tenía los testimonios de otros y todo el archivo para complementar. Y entonces me acordé de Luque, porque era uno de los ídolos de mi infancia y sabía muy bien todo lo que le había sucedido durante la competencia. Y ese fue el disparador. Si era un cortometraje, me conformaba. Lo importante, que era la historia, ya la tenía.
¿Por qué crees que sigue siendo desconocido para el gran público?
Porque Leopoldo Luque fue siempre un tipo de perfil bajo, sencillo, humilde. Un tipo, como decía él, que se alejó del ruido de Buenos Aires, se radicó en Mendoza a fines de los 80, para poder estar tranquilo y trabajar en el fútbol mendocino. Después de un paso por Unión en el que se sintió traicionado, nunca más quiso ser director técnico de primera. Y en el Mundial 78 en sí, Leopoldo fue una especie de antihéroe. Las “luces de las calle Corrientes” se la llevaban, bien merecidamente, los Fillol, los Kempes, los Passarella. Y a todos nos queda la imagen de Luque ensangrentado, con el ojo morado tipo “Rocky”. Pero mucha gente luego se olvidó. Incluso mucha gente a la que le conté hace años que andaba con este proyecto, me preguntaron si Luque vivía.
¿Cuál era tu relación con él antes de la película?
Yo iba a la cancha con mi viejo en mi niñez y Luque era uno de mis ídolos, junto con Fillol, Passarella y el Beto Alonso. Pero nunca me pude sacar ni una foto. No lo conocía. Se me ocurrió la idea y un viernes de mayo de 2016, lo llamé por teléfono y me la jugué. Podía ser un “No, gracias” y mi sueño duraba dos minutos. Pero no, fue una charla de una hora, que continuó una semana después en Buenos Aires, donde me invitó una pizza y en casi tres horas le conté bien lo que quería hacer. Y fue algo que se terminó de consumar cuando él me contó toda su vida y ahí dije: Esto no es un corto. Es un largometraje. Y como yo había trabajado en documentales subsidiados por el INCAA, me propuse intentar concursar. Y sino, quién me quitaba lo bailado de charlar y entrevistar a una gloria del fútbol.
¿Aceptó rápidamente tu propuesta?
Leopoldo, en varias entrevistas, inclusive conmigo al lado, dijo que al principio dudó de hacerla. Yo nunca me enteré. Lo concreto es que ese llamado que te conté antes fue un viernes, al miércoles siguiente la pizza y al día siguiente, en la habitación de su hotel, llevé un camarógrafo y le hice una nota que pensaba iba a durar treinta minutos y fueron dos horas y media. Mucho de ese material está en la película, pero lo grabamos sin saber si íbamos a poder hacerla. Luque confió en mí de entrada y tuve la suerte de no fallarle. Hasta el último día de su vida me agradeció y fui testigo de lo feliz que estaba en cada una de las proyecciones que hicimos en el interior. Por suerte la vimos juntos varias veces y estaba muy contento.
¿Cómo fue encontrarle la forma?
Es mi primera película pero soy cinéfilo de toda la vida. Además de formarme y dar clases sobre estructuras dramáticas y montaje, uno tiene sus influencias pero también sus prejuicios. Y más en el documental, donde se cree que solo porque hay material real ya cualquier cosa es documental y no es así. Este formato es una construcción y una representación, con una subjetividad y marca de autor similar a la ficción. Pero está el tema de los “bustos parlantes”, o la voz en off, etc. Reconozco que intenté buscar otras formas. Pero yo soy clásico y no me avergüenza, al contrario. Y el autor debe estar aunque el protagonista sea una persona real. Además, al tener vivo y predispuesto al protagonista, qué mejor que sacarle jugo y que cuente todo lo que quiera. Sobre todo en este caso, que Leo era un excelente contador de anécdotas y una caja de pandora en las respuestas. Y por otro lado, como a mí me gusta conversar y escuchar, por qué no aprovechar tener a alguien te cuente y se emocione, y que obviamente provoque lo mismo en el espectador. Más aún en estos tiempos de charlas breves, con mensajes de textos o audios pero sin intercambios, con gente que charla sin mirarse y un lenguaje cada vez más deformado, por qué no recuperar la conversación, como esas que teníamos con nuestros abuelos y nos encantaba escuchar sus historias. Entonces fui a lo seguro y me moví por ese terreno que si está bien hecho nunca falla, la famosa estructura de tres actos y un punto de vista de un protagonista luchando contra sus conflictos.
¿Qué te gustaría que pase con la película y con Leopoldo después del estreno?
Me gustaría que dure en cine lo más que se pueda porque la hicimos para la pantalla grande. Trabajamos mucho con el material de archivo y gracias a la gente que se involucró en el proyecto, hicimos el DCP para salas cinematográficas. Ya se pasó en Santa Fe, Rosario y Mendoza, pero creo que da para más lugares porque somos una patria futbolera. Luego, por mí que la pasen todos los canales y de hecho, los del estado lo van a hacer, además de subirla a la plataforma CINE.AR/PLAY. No te voy a negar que si puedo llevarla a una plataforma internacional sería genial, de hecho tengo una versión subtitulada al inglés. Y también me interesa darla en escuelas, universidades, por qué no en las cárceles. Yo no quiero ser ejemplo de nada, pero yo fui estudiante y muchas veces creí que era imposible sin un productor. Bueno, a mí se me ocurrió esto en un colectivo, lo llamé al posible protagonista y acá estamos.
¿Estas contento con que finalmente se estrene en cine?
Claro. Cuando me llamaron me puse muy feliz. Como dije antes, si bien muchos documentales por esta vía no llegan a las salas, siempre tuve claro que quería que el nuestro se pase en cine porque además era mi sueño personal y no sé si se volverá a dar. En 2019 se dio en grandes salas, esos cines de los de antes, con pantallas gigantes, y se vio y escuchó perfecto. Tenía fecha de estreno en febrero del año pasado y como justo se decidió hacer las reformas, quedó postergada para abril. Pero en marzo vino la cuarentena y me tiró los sueños abajo. Yo creí que nunca más iba a llegar al cine y gracias al presidente Luis Puenzo y su equipo, pudimos lograr llegar al cine y de este modo completar el círculo que me había propuesto, que era al menos estrenar en las cuatro ciudades donde filmamos. Luque me decía que él no iba a estar tranquilo hasta que yo no la estrene en mi ciudad. Y espero que desde donde esté, se ponga contento.
¿Estás trabajando con alguna nueva propuesta?
No hay cuarentena que por mal no venga y aproveché ordenar varias ideas y argumentos que tenía sueltos. El resultado es un guion que ya está terminado. Se llama “Feliz cumple Rocío” y es un historia de amor dentro del marco policial en un relato que transcurre en un pueblo de Santa Fe a fines de los 80, durante la “Semana Santa Carapintada”. Estoy buscando productores que se quieran sumar además de los que ya tenemos y veremos cuando metemos primera. Hay otro guion ya casi listo que es una comedia y otras también esperando turno. Sabía que hacer una película era algo maravilloso, pero no tanto. Y es una experiencia que quiero volver a hacer, sobre todo para aplicar todo el aprendizaje que mamé en mi primera aventura. Ojalá se dé. A veces hay que dar vuelta la página. Quiero dejar que Leopoldo Jacinto ya vuele sola y buscar otras formas de poder expresarme audiovisualmente. Y si es con otra película en el cine, mejor todavía.
Este es el trailer de “Leopoldo Jacinto, vida de campeón”