Jorge Gutiérrez es sin duda uno de los grandes referentes de la animación latina. Apadrinado por Guillermo del Toro, llevó la animación mexicana a niveles insospechados. Hoy presenta en Netflix «Maya y los Tres», una miniserie que tienen en el centro la cultura de Mesoamérica, pero también a la mujer en el centro.
Ambientada en un mundo basado en la Mesoamérica pre-colonial y otras culturas indígenas, Maya, una princesa guerrera, está celebrando su decimoquinto cumpleaños, pero cuando los dioses del inframundo aparecen y anuncian que debe pagar por las fechorías de su familia, todo cambia. Si se niega a seguir adelante, el mundo mismo será devastado por los dioses, por lo que se embarca en una búsqueda para cumplir una profecía que dice que aparecerán tres guerreros que la ayudarán a derrotar a estos dioses y salvar a la humanidad de la destrucción.
Con Gutiérrez hablamos para saber más detalles del proyecto.
¿Cómo vivís el estreno?
Me siento como que mi hija se casa y se va de la casa, y la voy a extrañar mucho, porque ahora es del mundo. Fue mucho tiempo de preparar esto y ahora se lo mostramos al mundo. Estamos felices de la vida.
En tus proyectos siempre escapas a los estereotipos y el folklore o la identidad mexicana es un elemento más, no lo central. ¿Cuándo te diste cuenta que esto tenía que ser así?
Al comienzo de mi carrera me di cuenta que había propuestas mexicanas que no podían salir de las fronteras. Unas pocas sí, pero no sucedía así con la mayor parte de nuestra filmografía. Yo no he ido nunca a Japón, pero «Los Siete Samurais» es mi película preferida, y lo que pasa allí es universal: unos guerreros luchando con bandidos para defender a granjeros puede pasar en cualquier lugar del mundo. Ahí entendí esto, saber que mis historias tienen que tener de base la cultura y luego pintar encima de ellas las historias, sabiendo también que la sensibilidad y emoción tienen que ser universales.
¿Cómo surge la propuesta?
La idea la tenía aun antes que mi película anterior, «El libro de la vida». Se me acercó Netflix y me dijo que les contara qué historia tenía que no podría producir en otro lugar. Tuve mucha suerte y pensé en juntar lo mejor de mis otros proyectos y además decidí que lo protagonizara una mujer, imaginando a la princesa animada que nunca nos tocó ver de chicos. También quería tomar a El Caballero Águila, que es un ícono mexicano, y reinventarlo.
¿Cuándo supiste que ibas a contar el arco del camino del héroe durante toda la serie?
Soy fanático del cine, y mis películas preferidas son esas que duran más de tres horas. Pero no nos dejan hacer eso en animación, sea el país que sea. Entonces yo sabía el comienzo y el final y la pensamos así. Cuando hice «El libro de la Vida» dejé en edición más de una hora y media. Acá pude contar todo, por primera vez no me sentí limitado. Antes te hablaba de Los Siete Samurais y yo la vi en televisión, que con comerciales, duraba como cuatro horas. Creo que muchos descubrimos muchas propuestas así en nuestros países, por televisión. De niño veía caricaturas y telenovelas, y se me mezcló todo.
¿Les llevó mucho tiempo crear el universo de la serie?
Tres años de producción. Hubo muchísima investigación de mi parte, vi muchos documentales, vi cómo se utilizaba la cultura indígena en la cultura popular actual, y de ahí me inspiré. Es la historia de Mesoamérica, con un final complicado por la conquista, y ahí me quedé, entendiendo lo complejo, pero sin que eso nos definiera.
¿Qué define a esta cultura?
El tema de la serie es “si debe de ser, será mi deber”. Es el lema de todo, con sus sacrificios. Me pregunté qué quiere decir sacrificar, y en nuestras culturas los sacrificios son muy grandes. Eso nos guio sabiendo, que además de guerras y monstruos, una persona puede hacer la diferencia.
¿Cómo seleccionaste al cast de voces?
Me dijeron en «El libro de la vida» que no pusiera los nombres de los actores que quería en el guion. Pero lo hice igual, y funcionó y pude contar con todos los que quería. Trabajar con Queen Latifah fue un sueño. Yo crecí en los noventa con su música, y todo el elenco entró a la fiesta. Sus actuaciones en otras películas me han cambiado y transformado, así que trabajar con ellos es para mí una emoción.
En una de las escenas claves del primer episodio está esta idea de sacrificio, y antes hablabas de ella. ¿Qué cosas sacrificaste vos para estar en el lugar en el que estás?
En el arte el sacrificio más grande que hacemos es el tiempo con amigos, familia, haciendo cosas divertidas, fiestas, que sí son importantes, pero lo que hacemos nos consume. Muchos nos decían que necesitaba un hobby, pero la animación es mi hobby, mi sueño, pero si me muero hoy, me muero contento.
¿Cuándo supiste que querías ser animador? ¿Qué te motivo?
De niño ya me la pasaba creando comics e historias, era fanático del cine de animación, y mi padre, arquitecto, me preguntó qué quería ser de grande. le dije que pintor, escritor o director de cine, y para mi padre eso era como decirle que quería ser el Papa o Batman. Pero un amigo de la familia dijo que eso era animación, así iba a poder contar historias, que las pinturas se muevan y hacer películas, iba a poder hacer las tres cosas.
¿Fue difícil llegar a la industria?
Tuve mucha suerte, entré a una escuela de animación en Los Ángeles. Ahí me formé, me decían los profesores que si seguía haciendo cosas con la cultura mexicana no iba a llegar a ningún lado, y otros me decían que si seguía por allí no iba a tener competencia. Y leí que Robert Rodríguez dijo que todos los estudiantes de cine tienen 10 cortos espantosos y entre más rápido los hacen llegan al bueno, y lo tomé literal: los hice, fueron fatales, y poco a poco fui creciendo y a la hora de graduarme presenté mi corto de tesis y gané el Emmy. Desde ahí empecé, desde abajo, mis héroes eran todos los mexicanos de renombre, pero en animación no había nadie.
Ahora sos vos el referente. Cambio de tema: ¿tu personaje favorito de la serie?
El villano, seductor, complicado. Alfred Molina hizo la voz, para mí es Diego Rivera, un monstruo del arte, pero consumió a la gente.