“Miranda de Viernes a Domingo”: María Victoria Menis terminó el rodaje de su nueva película.

Con Inés Estévez como protagonista, la directora de "El Cielito" presenta una nueva historia con eje en su protagonista y el feminismo.

PH: Sol Etchegaray

Siempre es grato encontrarse a María Victoria Menis, sea por el estreno de una película, para compartir algunas ideas sobre algún film en un festival, o, como en este caso, por acceder a la intimidad del rodaje de su nueva producción “Miranda de viernes a domingo”, protagonizada por Inés Estévez y en la que se cuenta cómo una mujer “común”, de un viernes a un domingo cambia completamente su vida.

La historia de la nueva película de la directora de «El Cielito», «La Cámara Oscura», entre otras, transcurre en 2016. Miranda, una profesora de literatura de 48 años, escucha la denuncia de situaciones de acoso y abuso por parte de alumnas del colegio en el que da clases. Una Miranda adormecida estalla,  las apoya,  y un relámpago atraviesa su vida laboral , amorosa, y familiar. 

Con las participaciones de Laura Grandinetti, Luciana Grasso, Elvira Onetto y elenco, Haciendo Cine estuvo en la locación de una escena festiva, en donde el sol también era protagonista, pero jugaba, en la jornada, una mala pasada. Hablamos con María Victoria Menis sobre el detrás de escena de “Miranda de viernes a domingo”.

¿Qué cosas te cambiaron de viernes a domingo?

Miles de cosas pueden pasar de un viernes a un domingo, de un viernes a un sábado, de un viernes a un viernes. Me parece que, sobre todo pensando en la película, a mí se me develan cosas como cuando de repente escuché hablar a las chicas, a chicas muy jóvenes cuestionando cosas que para mí eran obvias y naturales. Desde decir por qué en un noticiero hay diez tipos y una sola mina; o chicas de cine, técnicas, muy jóvenes diciendo por qué hay seis jurados hombres en un festival y no mujeres. Es como que se te cae un velo y comenzás a cuestionarte miles de cosas. Eso yo lo sentí y lo que quise contar en la película. De viernes a domingo además te podés enamorar, desenamorar, la idea de querer tener un hijo, o no, enterarte una historia de tu madre que te cambia la perspectiva sobre ella y tu familia, y pasa a ser otra historia familiar, o de repente tu hijo te viene con un planteo y te cambia tu perspectiva sobre tu futuro. No sé, tantas cosas.

¿Cómo haces para contar la historia sin convertirla en un panfleto?

No me dio ganas de empezar contando la historia quedándome en el colegio contando si hay malos allí, villanos, censores o heroínas. Me dieron ganas de mostrar cómo una mujer más común enfrenta la situación y le repercute en su vida cotidiana, en su historia con su familia. Sin llevarla a extremos; no me dieron ganas de eso. Extremos como mostrar violencia, por ejemplo.  Quise que la cuestión patriarcal se viera desde otro lugar, sutil. La violencia física ya la trabajé en otros proyectos míos, como en «El cielito» o en «La cámara oscura». Entonces quise trabajar sobre una visión más común, viendo cómo esas chicas le abren los ojos. No quise contarlo desde la violencia explícita.

La idea que todo pase en la cotidianeidad…

Dándose cuenta sobre cuestiones que permiten en el cotidiano, y pensarlo desde el tema del lavado de platos, la educación de los hijos.

Los micromachismos…

Sí, y ni siquiera Miranda sufriéndolos tantos, pero sí preguntándose por qué tiene que vivir con un hombre para toda la vida. O el haber postergado sueños. Somos mujeres que terminamos entendiendo los acosos que sufrimos de más jóvenes, todas los padecimos. Ese momento me hizo acordar de determinadas situaciones, en el colegio, en un viaje que hice a Montevideo con mis padres y un tipo al lado me quiso toquetear. Cosas que no me marcaron la vida para siempre, que también las hay, pero son cosas cotidianas como maltratos en el trabajo por ejemplo, o cómo Miranda que recupera su amor por la música. Y ahí te ponés a pensar cuántas mujeres dejaron de hacerlo por las miradas de los otros, del machismo. En el cine hay directoras de fotografía, por ejemplo, que recién ahora pueden asumir el rol. Pero hace 20 años no era así, y se naturalizaban cosas que tal vez las alejaron de su sueño, respondiendo al micromachismo.

¿Fue complicado rodar en medio de esta situación extraordinaria?

Fue difícil porque a mí me gusta ensayar mucho, y no fue posible. El cine argentino no está pasando su mejor momento, es un poco Cenicienta al lado de las series, de lo que se está haciendo en plataformas. Pero logramos con los productores, con el equipo, y los actores, respetar los protocolos, filmando en condiciones que tal vez no son las mejores. Necesité más tiempo, no lo tuve, pero me acompañaron. Hay mucho amor en el país por el cine, y a pesar que hay mucha oferta desde las compañías de streaming, hay un corazón por el cine muy grande.

 

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