Oscar Martínez se encontraba en España rodando la nueva película de Mariano Cohn y Gastón Duprat, “Competencia Oficial”. Como consecuencia de la pandemia, se detuvo el rodaje de ese filme y Martínez regresó a la Argentina. Pero no estuvo sin hacer nada mucho tiempo. Poco tiempo después se sumó a la iniciativa de “Murciélagos”, película coral dirigida a distancia por varios directores en cuarentena, bajo la supervisión y producción general de Baltazar Tokman.
“Murciélagos”, producida por Masses Content y la agencia Alegría junto con la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, llega a la lista de producciones argentinas como el primer largometraje de ficción filmado y producido 100% en cuarentena.
En un diálogo exclusivo con HACIENDO CINE, Martínez reveló detalles de esta conmovedora historia que posee fines solidarios.
En medio del aislamiento social preventivo y obligatorio te llegó la propuesta de “Murciélagos”, ¿cómo llegaste a la película?
Por mi hija, Virginia, que es guionista. Ella es muy amiga de una de las productoras, y le encargaron siete de las ocho historias. Así me involucré en esta experiencia tan particular, muy sui generis, con un fin benéfico. Por supuesto trabajamos de manera totalmente gratuita. Fue muy especial, particular, trabajosa, se hizo toda en cuarentena, cumpliendo la reclusión, con teléfonos móviles.
Hay episodios muy bonitos, con gran vuelo…
La productora tiene experiencia en producción a distancia. Convocaron a los directores, se encargaron de todo. A Daniel (Rosenfeld) le pedí que me enviara unos croquis, para saber el tipo de planos que quería lograr. Claro que luego, al momento de realizarlos, tuve que recurrir a soluciones del momento, porque quería determinados tipos de planos que, por mi casa, a veces convenía que se muestre algo y a veces no, ya sea porque no se podía por el tiro o por las dificultades de cualquier tipo de rodaje. Si ya de por sí muchas veces aparecen muchas limitaciones, en este caso se multiplicaron.
¿Te ayudaron a filmarla?
La hija de mi mujer, que tiene 20 años, hizo de cameraman con el celular que facilitaron, un iPhone 11, que tiene tres cámaras. No sé cómo se verá el resultado final, pero acá lo que veíamos era muy bueno. Me ocupé de eso, del tema de la luz, en algunos casos reforzando con elementos de mi mujer, que hace muchos videos y está en las redes. Fue una experiencia disfrutable pero laboriosa, de mucho stress. Tuvimos dos días para hacerlo, y luego quedó en manos de Daniel y la editora. Ofrecí algunas alternativas, tanto de planos como de actuación.
El corto habla de la discriminación, la falta de solidaridad. Uno piensa que el momento nos va a cambiar, pero no necesariamente salga algo bueno de toda esta situación. ¿Qué te atrajo particularmente de la historia?
Mi hija me dijo que querían que lo hiciera. Lo leí, y me interesó cómo trasciende la situación. Si bien a muchos profesionales de la medicina les ha pasado esto, hay otra historia que es muy interesante. El acoso, lamentablemente, ha ocurrido en situaciones extremas como esta, en la que se ve lo mejor y lo peor de las personas. La semana pasada salió un médico a denunciar el acoso que sufría en su edificio con los vecinos, una cosa demencial. El pánico y el miedo hacen que este tipo de comportamientos deleznables, pero humanos, salgan a la luz; como también lo hacen otros de heroísmo, de solidaridad, de pensar en el otro, etc.