Figura clave de la literatura y el compromiso político, Rodolfo Walsh es retratado en R.J.W. por Fermín Rivera de una manera completamente diferente para una vez más destacar la importancia de la obra de este imprescindible.
Con testimonios, entrevistas, y la recreación de determinados pasajes de su vida, la película descarta lugares comunes y arriesga por otra semblanza. Para saber más detalles de la propuesta, Haciendo Cine dialogó con Rivera.
Lo primero que me gustaría preguntarte es: ¿cómo te sentís con que la película se estrene en una fecha tan especial?
Un poco buscamos que sucediera en esta fecha vinculada con la memoria, vinculada con el aniversario de la desaparición de Rodolfo, que es al día siguiente. Un poco pensamos que iba ayudar la fecha y la memoria, el recordatorio y la sensibilidad de la gente para que la película pueda ser vista y tenga mejor llegada. Pero la verdad que estrenar hoy es difícil. La resolución de Jueves Estreno ya no está vigente y esto genera un plus mayor. Más allá de esto, estamos contentos, con expectativas, con muchas ganas, y estamos viendo que por la prensa está viniendo bien.
Cuando imaginaste hacer el documental, ¿cómo fue pensar otro recorrido?
La génesis tenía que ver con otro recorrido, otro recorte cronológico, que va hasta Operación Masacre. Walsh tiene una historia muy interesante: no nació escritor o militante, no estaba conforme cómo escribía, renegaba del género policial, que es lo primero que escribió. Después incluso llega a estar enfrentado con la segunda parte del gobierno peronista. Para mí era un combo interesante, porque era alguien que no nació en el bronce, sino que hizo un proceso de transformación.
¿Cuál fue el principal desafío?
No sé, creo que un montón, muchos. Hubo dificultades que uno las toma como desafío y les encuentra la vuelta. Tal vez las escenas de ficción tienen un componente de desafío, más que de dificultad. Desde el origen las tenía presente, porque son disparadores del propio texto de Walsh, textos muy cinematográficos y siempre tratando de seguir un poco la impronta con la sutileza, con el hecho de no ser tan explícitos para que estuvieran más cercanos a la forma de escribir de Rodolfo.
¿Cómo elegiste a los entrevistados?
Se fue dando en forma bastante natural, afortunadamente. Colaboró Patricia Walsh, que en algunos casos me contactó y me presentó a gente que no conocía, como Silvia Adoue. A Juan Forn lo conocía y Roberto Baschetti apareció como un gran conocedor de Walsh y el peronismo, y a Juan José Delaney, por el lado de los irlandeses. Así fue surgiendo, y por el trabajo y empeño que pusimos creo que dialogan y conviven los entrevistados de una forma muy buena.
Al investigar, ¿qué descubriste sobre él que no sabías?
Su sentido del humor, la ironía. Eso me simpatizó, me cayó bien. Por otro lado descubrí el hecho de no creérsela. Creo que es alguien que se hizo a sí mismo. No se la creyó en ningún momento, hay reportajes en los que encontrás estas características. Es alguien callado, de pocas palabras, que le cuesta decir cosas. Y como le cuesta, escribe. Se corría del lugar donde lo quería poner, eso me agradó mucho y lo confirmé en las distintas etapas del documental.