“Recatate con los pibes”: Mariano Corbacho rescata a las nuevas generaciones

El film, estreno de la semana en el cine Gaumont, propone una mirada reflexiva sobre el compromiso político ante la educación

La nueva película de Mariano Corbacho, «Recatate con los pibes», trae una mirada necesaria sobre cómo se vive y vivieron determinados hechos asociados a recuperar fuerza y derechos en colegios de educación secundaria.

Ser joven y comprender que la política es aquello que rige nuestros días incita, como lo muestra el relato, el odio de la clase dominante sobre los sueños y expectativas de adolescentes que entienden que el cambio es posible. Para saber más detalles de la propuesta, Haciendo Cine dialogó con el realizador.

Antes de hablar de esta nueva película, ¿por qué te atrae la educación como tema para tus películas?

Sin pecar de frase hecha, soy hijo de la educación pública. Todo mi recorrido académico ha sido desde la primaria y secundaria en el Normal 5 hasta mi formación en la Universidad Nacional de las Artes, pasando por la formación terciaria en el IDAC de Avellaneda: todo fue en el sistema público de educación. Soy hijo de madre docente, así que las problemáticas que atraviesa la educación en nuestro país nunca fueron ajenas en las sobremesas familiares. Contribuir desde el cine a la visibilidad de lo complejo y lo hermoso que es transitar la educación pública, fue para mí, una forma de canalizar todos esos años de acumulación sensible que me dieron cada pasillo, cada aula de mis casas de estudio.

¿Cómo fue el proceso de desarrollo de Recatate?

Empezamos junto a Marcos Coria (co-director de la película), allá por el 2015, a acercarnos tímidamente a las movilizaciones, asambleas y festivales que organizaban los pibes y pibas en defensa de la educación pública. Movilizados, y también con un poco de bronca por todo lo que era el trato mediático que algunos periodistas le daban a los estudiantes cuando reclamaban por mejores condiciones de estudio, fue que decidimos tratar de darle voz a una juventud que se plantaba frente a las cámaras más reaccionarias para tratar de explicarles qué es lo que veían y sentían ellos de cómo estaba encaminándose su futuro. De esta manera estuvimos rodando a lo largo de 3 años intermitentemente, condicionados un poco por los avances y retrocesos del movimiento estudiantil, buscando protagonistas para nuestro relato, como también recogiendo experiencias diversas de estudiantes a lo largo y ancho de la ciudad. Así fue que encontramos un movimiento estudiantil secundario porteño dinámico y homogéneo, que más allá del sector de la ciudad al que pertenecieran, o la especialidad que estuvieran cursando, coincidían en problemáticas comunes que se cristalizaban en reformas de planes de estudio inconsultos, problemas edilicios, presupuestos acotados, entre otros.

¿Qué querías dejar plasmado en la película y cómo lograste que supere la urgencia de las tomas y que hoy se la pueda ver a distancia como el fenómeno que fue y por el cual trascendió?

La película intenta mostrar que más allá de una experiencia aislada en una escuela u otra, el movimiento estudiantil secundario porteño es un fenómeno transversal a la Ciudad de Buenos Aires. Uno puede encontrar experiencias organizativas de los pibes y pibas en las Escuelas Técnicas, en los Normales, en las Escuelas Artísticas, Liceos, Nacionales, etc. Queríamos hacer un aporte para pensar al movimiento estudiantil como un actor social y político con vida propia y con agenda propia, que logra espacios de articulación y coordinación envidiables para cualquier movimiento, llegando en no pocos casos a organizar movilizaciones masivas de 2.000 a 3.000 estudiantes en la puerta del Ministerio de Educación. Centrarnos en las tomas, hubiera sido reducir el Movimiento a una medida de lucha en concreto. Junto a Marcos, entendíamos que hay una multiplicidad de acciones que los pibes y pibas realizan en el cotidiano.

¿Cómo seleccionaste a los entrevistados? ¿Qué tipo de trabajo hiciste con ellos para superar la mera entrevista tradicional?

Para definir quiénes eran para nosotros los más representativos de esa generación, y finalmente se volvieron protagonistas de nuestro relato, hicimos un proceso de acercamiento al movimiento estudiantil que nos tuvo en las calles y asambleas durante varios años. Incluso dentro de la película se puede ver como los pibes y las pibas van creciendo a lo largo de la película porque pasaron los años y seguíamos de cerca el derrotero de cada uno de ellos. Como todo proceso, hubo algunas puntas que abrimos que luego no prosperaron y que de un seguimiento inicial de 20 estudiantes de diversos espacios de estudio, fuimos concentrando nuestra atención sobre los 6 jóvenes que terminaron conduciendo el relato a lo largo del film: Ofelia Fernández, Ignacio Mattos, Antonella Gisuo, Nicolás Cernádas, Sol V. Gui y Santiago Legato. Gracias a su confianza en nosotros, fue que pudimos acceder a espacios íntimos donde muchas veces las cámaras no ingresan como los son las tomas de escuelas, asambleas, el interior de una movilización, etc.  Sin aquella cuota de confianza que nos dieron, no podríamos haber hecho esta película.

A la distancia, ¿Cómo ves la evolución de los entrevistados que, como en el caso de Ofelia, hoy es Legisladora?

Se da un denominador común en nuestros protagonistas que, hasta el día de hoy, luego de casi 7 años de los primeros registros, todos ellos siguen formando parte del activismo en términos amplios. Cada uno de ellos continúa participando en diferentes ámbitos de la sociedad civil organizada, como son espacios de base, organizaciones sociales o mismo organizaciones políticas. El caso de Ofelia Fernández, hoy Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires, no hace falta decir, es el caso más destacado de la canalización de aquellas herramientas adquiridas al calor de la organización del movimiento estudiantil secundario porteño en la política institucional.

¿Cuánto tiempo duró el rodaje y edición de la película?

Empezamos rodando por el año 2015, y pusimos un corte a los registros directos en los primeros meses del año 2018. Paralelamente, tuvimos como apuesta la búsqueda de materiales de archivo generados por los propios estudiantes en aquellos años. Esta tarea, nos demandó bastante tiempo de búsqueda en cámaras de cinta, handycams y viejos portales de agrupaciones estudiantiles y centros de estudiantes que insumió parte importante de nuestro tiempo durante ese 2018. Una vez recabado todo aquel material, comenzamos la tarea de edición, confección de la música original a cargo de Ramiro Reschia e Iván Meluk, como también los procesos de post-producción de imagen y sonido que nos encontraron ya en el marco de pandemia. Una vez terminada, a mediados del 2020, empezamos a buscar festivales nacionales y latinoamericanos que se interesen por exhibir la historia que quisimos contar.

De cara al estreno ¿con qué te gustaría que se conecte la gente del relato?

Primero que todo, queríamos hacer una película alejada de la infantilización de los jóvenes, romper con el adulto centrismo que opera en muchas personas, para darle escucha a la voz de los pibes y pibas y aprender de sus experiencias y sueños. Nuestro objetivo siempre fue una película pensada para los más jóvenes, déficit que sentimos existe en la producción nacional. Son escasa las producciones que apunten a personajes juveniles, y mucho más lo son aun cuando estos personajes se presentan como actores sociales y sujetos políticos. Creo que estamos más acostumbrados a ver personajes estereotipados, por no decir, crismorenizados de jóvenes en las pantallas, y un poco quisimos proponer otro tipo de representación juvenil. Ojalá que la peli, refleje el sentir de aquellos jóvenes que tan desinteresada y abiertamente se prestaron a ser parte de nuestra búsqueda.

 

 

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