Con “Sangre Vurdalak”, Santiago Fernández Calvete (director de “La Segunda Muerte” y del thriller “Testigo Íntimo”) vuelve al cine de terror en una producción protagonizada por Germán Palacios, Alfonsina Carrocio, Tomás Lizzio Carullo y Lautaro Bettoni, entre otros. En este, su tercer largometraje, adapta libremente el relato “La familia Vurdalak” de Alekséi Tolstói.
Tras ir a matar a un vampiro, un hombre regresa a casa en la hora mágica, entre el día y la noche. Su familia duda si sigue siendo humano o si ha sido mordido por el no-muerto. Su hija adolescente está dispuesta a defenderlo, pero las dudas y el miedo crecen en el hogar a medida que se acerca la oscuridad de la noche.
Película de climas enrarecidos, atmósferas abrumadoras, y una interpretación destacada de Palacios, hablamos con Fernández Calvete para conocer más de este proyecto que promete ya desde su premisa dosis de sangre y muerte.
¿Qué sensaciones te quedaron de participar en una de las secciones principales en Sitges?
Es el festival de género más importante del mundo; y tener tu trabajo ahí te legitima. Es un premio al esfuerzo, indistintamente de la competencia o sección en la que esté. Hay trabajos interesantes de diferentes realizadores nacionales. Estuvieron Fernando Spiner, Laura Casabé con “Los que vuelven”, “Marea Alta” de Verónica Chen. El festival premia el esfuerzo de años de trabajo, y es un orgullo.
¿Pensaste en ir a acompañarla?
Al empezar el año teníamos pensado estar en Singapur, en el Festival de Cannes, en Fantaspoa. Muchas cosas se postergaron, mientras que otras directamente no se hicieron. Pude ir a Sitges con mi ópera prima, “La Segunda Muerte”, así que no era un sueño el ir a Sitges.
Estuvo la película, eso importa…
Claro, las películas son como ciclos de siembra y cosecha, y la gente que no es de la Industria cree que uno va a los festivales de “joda”. Yo ni bebo así que imagínate… (risas). Al no poder estar físicamente sí perdés una mejor oportunidad para generar vínculos que puedan fortalecer al film.
¿Cómo fue volver al género y al mito clásico del vampiro?
No me alejé mucho, porque si bien como director pasé por el policial con “Testigo íntimo”, como guionista seguí conectado con el terror. Por ejemplo, escribiendo con Alejandro Hidalgo (director de “La Casa del Fin de los Tiempos”), sobre idea suya, “El Exorcismo de Dios”, una de terror puro. Esta película está basada en un cuento de 1839 de Alekséi Tolstói, la idea del Vurdalak está ahí, con un disparador interesante y armé un guion sobre esa idea. Pero ese fue el disparador, porque si lees el cuento, de él sólo quedó esa idea.
¿Fue difícil ponerle rostros? ¿Cómo armaste el cast con Germán a la cabeza y los jóvenes?
Germán me parece un actorazo, además de un gran tipo. Tiene la ventaja que en cámara garpa muchísimo, por lo que puede hacer su trabajo sólo con su fisonomía. Sí tenía la complicación del color de sus ojos para el armado de la familia. Podés usar lentillas, pero es complicado. Así que armé un casting alrededor de ojos celestes, que además me abrió la posibilidad de conocer actores como Alfonsina Carrocio, una actriz uruguaya a la que fuimos a buscar si bien no es una coproducción. Vuelvo a trabajar con Tom Lizzio Carullo (él fue el nenito de “La Segunda Muerte”). Mantener vínculos me parece fundamental.
Y está Lautaro Bettoni, que vuelve a hacer de hijo de Germán tras “Temporada de Caza” …
No sabía muy bien quién podría hacer ese papel. Pero a Lautaro lo vi en “La Fiesta Silenciosa”, de Diego Fried, y me gustó mucho su trabajo. Admito que me pareció curioso que vuelva a trabajar con Germán. Pero mejor: es bueno que el elenco se conozca.
Porque además tuvieron que estar juntos en locaciones…
Sí, la idea original era filmar todo en Córdoba. Pero filmamos los exteriores en San Francisco (en Córdoba) y los interiores los rodamos en una casa de Hurlingham y fingimos los entornos.
¿Cómo seleccionaste al equipo técnico?
Con Manu Rebella (director de fotografía) no había trabajado anteriormente. Tenía buenas referencias y conocía trabajos anteriores, pegamos muy buena onda, hicimos un equipo veloz y coincidimos con la visión y el compromiso de hacer la película. Fue como una mano derecha, al igual que el asistente de dirección, Fabián Forte, quien tiene mucha experiencia.
¿Cuál fue la escena más complicada de rodar?
Tuvimos un arranque complicado, porque comenzábamos con exteriores, con escenas con mucho texto y poco tiempo de ensayo. Los primeros días, además, hicimos escenas en “hora mágica”, y hubo que tomar muchas decisiones. Son escenas largas con muchos personajes y tensión y arrancar por ahí el rodaje lo hace aún más complicado. Pero después todo se encaminó. Entramos luego por dos semanas en la casa que, con demoras, podes arreglarte. Los exteriores siempre son más complicados. De hecho, dejamos afuera escenas con niebla.
¿Por qué sigue siendo complicado hacer cine de género en el país?
En el cine falta plata y tiempo de trabajo; y en el cine de género hay gastos extras y preparación que la hacen aún más difícil. Por ejemplo, para maquillar a un vampiro tengo tres horas previas, entonces el trabajo con el actor es menor. Cada retoque de maquillaje lleva tiempo. El público no compra tan fácil, necesita más “fuegos artificiales”, y eso es caro. Los VFX son caros, y lo que cámara no da, moviola non presta. O sea, lo que no filmaste no lo filmaste y después no hay manera de arreglarlo en post, por más que te digan que sí se puede. Eso pasa con las películas de género. Aun así, el oficio de uno, más contar con la mano de Fabián Forte, quien tiene ya una carrera establecida como director de género, ayudó mucho.