Con más de 5.000 visionados en un solo día en Comunidad Cinéfila, la película de Ariel “Topo” Raiman, «Stud Free Pub (Una buena historia)», se presenta como una semblanza de una época clave para el rock nacional y sus lugares de exhibición, sin nostalgia y con la riqueza del testimonio vívido de quienes supieron visitarlo.
Mientras con todas las pompas se ha presentado una serie que revisitaría el Rock en Español, con el correr de los días se comprobó que, además de las ausencias, notorias, por cierto, había en ese producto una falta de compromiso, tal vez, con la esencia de aquello que se enunciaba.
Al poco tiempo de estrenada, producciones como «Rocanrol Cowboys» o «Stud Free Pub», o el libro de Hernán Panessi, «Rock en Español. La guía definitiva: un mapa frenético y las bandas fundamentales», de Ediciones Continente, permitieron profundizar, lúcidamente, en un relato que nos debíamos y en dónde los bronces sólo se dejaban para los ceniceros en donde se depositaban la infinidad de colillas fumadas en la creación musical.
Raiman, a través de una cuidada selección de materiales, y entrevistas de casi la totalidad de los participantes de Stud Free Pub de por ese entonces, se mete de lleno en una época en donde gracias a la nefasta prohibición de la emisión de música en inglés, la industria nacional supo aprovechar para imponerse en las preferencias del público, exigiendo, por parte de los artistas, la inventiva para sumarse a un incipiente movimiento cultural que luego explotó en las radios, canales de televisión y lugares para ver recitales.
Con pocos espacios para hacerlo, el emblemático e icónico bar, ubicado en Avenida Libertador 5665, supo constituirse en el elegido para tocar por bandas “emergentes” como Soda Stereo, Patricio Rey y los Redonditos de Ricota, Sumo, Los Twist, y figuras como Charly García, Fito Paez, Claudia Puyó y Rubén Rada, entre otros, quienes destacaban el fervor y respeto del público.
El relato intercala, además de los testimonios directos, los que se potencian con el humor y la ironía de sus representantes, emblemáticas publicidades de la época, promociones de televisión, videos hogareños y la proliferación de facsímiles de los afiches que cada uno de los grupos realizaba manualmente para promocionarse.
Los cuatro dueños del lugar, presentes también en el relato, hablan de cómo se fue reinventando el lugar, con una lógica que aprovechaba la participación de los espectadores para avanzar en el inmenso lugar, y las imágenes de época sumergen al espectador de lleno en lo que se cuenta.
La estructura cuasi episódica, sin serlo, de la propuesta, avanzando en períodos de desarrollo del lugar, como aquella pregunta inicial sobre si los jóvenes que salen del edificio que se emplaza en la actualidad arriba de los terrenos donde el Stud Free Pub hizo historia, conocen del lugar, hablan de una época fugaz y potente, tanto como la película, y que no volverá a menos que sea a través del recuerdo de aquellos que la escribieron y la transmitieron de generación en generación.
Este es el trailer de «Stud Free Pub»: