Azul Lombardía dirige “Reinas Abolladas” que, tras el cierre de las salas, regresa con tres únicas funciones, los días viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de julio a las 20 horas en el Teatro Nacional Cervantes. Escrita por Victoria Varas y protagonizada por Florencia Bergallo, Maruja Bustamante, Sasha Falcke, Bruno Giganti, Lucila Mangone, María Marull, Juliana Muras y Mónica Raiola, Haciendo Cine dialogó habló con Lombardía para saber detalles de la propuesta y sus próximos pasos.
¿Sensaciones de volver?
Íbamos a estrenar el 13 de abril del año pasado y nos fuimos a casa el 13 de marzo de 2020. Estaba latiendo en la sala de ensayo, pero viva. Todavía no habíamos pasado a eso que requiere las últimas semanas de montaje, faltaba. Y ahora pasó lo mismo, estrenamos y tuvimos que parar.
¿Cómo fue el reencuentro con la obra?
Fue agradecido y de mucha emoción porque estábamos agradecidos y enamorados del material. Continuamos con ensayos por zoom y la concreción fue una alegría enorme, y por supuesto que pasar a la sala más grande exigió readaptar algunas cuestiones, reinterpretar el material, sumé los videos, volviendo a dibujar la escenografía.
¿Fue complicado dirigir a este elencazo?
A mí me encanta dirigir actores. Con muchas ya había trabajado: Maruja Bustamante, Mónica Raiola, María Marull, Lucía Mangone. Con Juliana Murias no habíamos podido trabajar antes y nos dimos el gusto; lo mismo con Florencia Bergallo. Con los chicos hicimos una audición, probamos varios Inés y Javier. Me encanta como quedó: las actrices se entregan mucho, con mucho amor. Yo trabajo mucho en el momento, en el ensayo, con lo que dan. Por suerte están todas con el corazón en la mano, y a mí me gusta trabajar así: con mucho instinto.
La obra requiere eso, se las ve muy conectadas y sensibles con los diálogos y la obra…
La concreción es muy emocionante por lo que implica. Todo el elenco y la compañía somos del teatro. Igual había algo que ya estaba en el texto de Victoria Varas. Los personajes tenían ya un color. Lo potencié, es cierto; para no quedarnos con un mismo color. Pero esa nueva búsqueda la hicimos juntas, sumando el vestuario y otros elementos, yendo a fondo cada una con su rol.
Reinas Abolladas habla del universo femenino desde un lugar muy particular, tocando varias temáticas en diálogo con la agenda. Y si bien vos hace tiempo los venís trabajando, acá es más evidente. Pero me llamó la atención el término “abolladas” en el título de la obra. ¿Es por la posibilidad de sanar o en soledad o en compañía?
No son reinas rotas, en definitiva habla sobre cicatrices. Pero el “bollo” puede sacarse, “desabollarse”, hay algo del anhelo de juventud querido. Salir reina del carnaval, ver dónde están los sueños, en un pueblo de Córdoba, con internet llegando al lugar, utilizado por la más joven como un tornado. La obra pone el foco así, rompiendo el hechizo de las reinas abolladas, planteando qué se cristaliza, dónde y por qué.
Y qué se elige también…
Ahí está la pregunta ¿pudieron elegir? ¿o hay otra cosa? Hay que ver si pudieron elegir, dónde está la real libertad de esas vidas.
Que para algunas tiene que ver con que no se termine la tarde de compartir…
Claro, las palabras, vivir a través de la radio, de la vida de los demás, otras vidas con otros movimientos diferente a ese sábado sin movimiento, de rutina, más rutina que nunca. Rutinas y mandatos que se repiten en otros lugares. Ver la vida de otros a través de pantallas y no preguntarse qué quiere hacer uno con su propia vida.
¿Cómo sigue tu año de trabajo?
Voy a grabar un podcast de ficción, antes de los ensayos presenciales de la obra. Estoy en la pre producción, voy a incursionar en ese formato que me encanta.
¿Está la mujer en el centro?
La pareja. En «Doberman», si bien había una ausencia del hombre, se lo hablaba, era eje. Que no esté la figura masculina no quiere decir que no esté presente. En Reinas… también, son los puntos de giro de todas esas vidas. El podcast va por ahí también, hablando de mandatos, de mirarnos para adentro. No hay una conceptualización. Y tengo deseos y unos gérmenes de teatro, aunque no sé si es el momento, porque en el Cervantes hay una contención, protocolos. Y empezar a crear en otro circuito, es distinto. Naturalmente no me da el cuerpo para reunirme en un ensayo o encuentro con el otro a transpirar teatro. Sí me da escribir, o el podcast, que es una ficción, con actores y crear.