«Un Crimen Común»: Hablamos con su director Francisco Márquez

La nueva película del codirector de "La Larga Noche de Francisco Sanctis" está protagonizada por Elisa Carricajo y se verá en salas de cine a partir de este jueves 8.

«Un Crimen Común» se estrenó en la Berlinale de 2020 de manera mundial, logrando excelentes comentarios tanto para la película en sí, como para el trabajo de su protagonista, la «Piel de Lava» Elisa Carricajo. Luego de una proyección en BAFICI tenía su estreno pautado para mayo del año pasado.

Pero la pandemia metió la cola y su director, Francisco Márquez, prefirió esperar a que reabrieran las salas para poder llevar el filme a los cines en vez de ir a lo seguro con un estreno virtual.

Tras un año de espera, el momento llegó y «Un Crimen Común» se verá a partir de este jueves 8 de abril. Realizada en coproducción con Brasil (país donde se estrenó en Netflix el año pasado) y Suiza, la película se centra en la figura de Cecilia, una profesora de sociología en la Universidad, de clase media, madre soltera de un hijo pequeño. Una madrugada de tormenta,  Kevin, el hijo adolescente de la empleada doméstica que trabaja en su casa y que ella apenas conoce, toca la puerta de entrada con desesperación. Ella, asustada, no le abre. Al día siguiente el cuerpo de Kevin aparece en el río, asesinado por la policía.

Es a partir de este momento que Cecilia comienza a ser acechada por el fantasma del joven, de manera metafórica. La película, si bien está alejada del planteo sobrenatural, trabaja con las herramientas propias del cine de género (fuera de campo, sonidos misteriosos, un trabajo rico en sombras en la fotografía) para contar el derrotero emocional de esta mujer, interpretada de manera fabulosa por Elisa Carricajo.

Haciendo Cine habló con Francisco Márquez, quien debuta en solitario tras codirigir la premiada «La Larga Noche de Francisco Sanctis» junto a Andrea Testa.

¿Por qué decidiste que “Un crimen común” fuera tu primer largometraje en solitario?

No sé si fue una decisión “Bueno, este va a ser mi primer largo en solitario”. Así como en su momento surgió el proyecto de “La Larga noche”, hubo algo que me generó escribir y hacer esta película. Lo primero tiene que ver con la realidad. Pienso los proyectos en base a algún vínculo con lo real y mi relación con eso. En esta ocasión, todos los casos de gatillo fácil y de jóvenes que sufren este tipo de violencia policial es algo que siempre me conmociona. Creo que no es casualidad que surja este proyecto después de haber hecho “Pibe Chorro”, la película de Andy en la que, si bien el chico no sufre violencia policial per se, fue una de las tantas muertes jóvenes que me conmocionan. Eso me llevó a escribir el proyecto. Al principio no era tanto sobre el caso en particular y sobre la violencia estatal, sino que buscaba reflexionar un poco sobre qué sucede entre aquellos que quizás tenemos una posición política sobre el tema y generamos discursos. En la película, la protagonista es una socióloga, pero podría cambiar la profesión por el de una cineasta con un pensamiento progresista o de izquierda y sería el mismo personaje. En ese sentido, hay algo de Cecilia que tiene que ver conmigo: lee los mismos libros, tiene las mismas preocupaciones, tiene un niño que te hace ver la vida de otra manera (por lo menos eso me pasó a mi) y cuál es la relación entre lo que pensamos con nuestra práctica. Hay una división muy fuerte entre el trabajo intelectual y el trabajo manual que muchas veces genera una separación entre clases.

 

La película dialoga con películas con “Rojo”, o “La Larga noche de Francisco Sanctis”, en las que se muestran a personas de clase media a los que de golpe les llega una decisión para meterse de lleno en un mundo político que no los tocaba.

El gran desafío para mi era que la película no busca tener una mirada condenatoria hacia el personaje. Habría sido muy fácil ponerla a Cecilia de “mala”. En el momento en que ella no abre la puerta el espectador puede entender porqué no abre la puerta, y es terrible. En definitiva, la película habla un poco del contexto social en el que pertenezco y en el que uno llega a la conclusión de que hay que modificar algina práctica.

¿Y el trabajo de Elisa Carricajo?

Venía avanzado el proyecto en la escritura y tenía que ver la película Cetáceos, entonces la vi. Y cuando vi una imagen de Elisa, dije “es ella”. Yo la conocía de verla en teatro, le pasé el guion y nos juntamos a charlar. Y fue clave la devolución que sentí que hizo del guion: muy precisa, muy involucrada en el conflicto que la aquejaba a Cecilia y vinculándolo con algo de su vida. Para mi es muy importante, no sólo la capacidad técnica, sino cierta conexión vital que tenga la actriz con el personaje, un encuentro del que surge algo nuevo en el que fuimos creando con Elisa, Mecha Martínez y Andy (Testa). Fue un trabajo no tanto de ensayar, sino de leer el guion y charlar: qué le pasaba al personaje y que nos pasaba a nosotros con eso. Y ahí fue muy importante la incorporación de Mecha, que interpreta a Nieve, que no es una actriz profesional, sino que es una dirigente social del movimiento piquetero. Alguien que no es actriz y que nunca pensó en actuar. Ella no tiene ni cursos ni pulsión por actuar, pero yo sabía que tenía una conexión emocional, intelectual, y una experiencia de vida muy similar a la de Neve y que ella podía comprender perfectamente lo que le sucedía al personaje y que lo iba a poder resolver actoralmente. El encuentro de ella con Elisa, y el vínculo que generaron, aun viniendo de entornos muy distintos, fue súper rico. Eli, cuando estábamos filmando, decía que sentía que su interpretación fue documental.

La película se aleja un poco del realismo en la puesta en escena. Hay mucho trabajo, casi Carpenteriano. Recursos del cine de terror o de suspenso para contar este drama realista. ¿Cómo fue tu búsqueda?

Si bien siempre trabajamos con búsquedas sociales, porque es lo que nos conmueve y el nuestro motor, creo que el cine en principalmente forma. Fue una reflexión muy profunda sobre las técnicas cinematográficas. Había muchos desafíos. En principio, ¿por qué elegir estos elementos del cine de género? El propio desarrollo que tiene el personaje nos llevó a eso. El personaje de Cecilia, a partir de un hecho, se le desconfigura el mundo en el que vivía: una persona muy afianzada en la palabra, en el discurso. A partir de ese discurso creía entender y contener el mundo en el que habitaba. Y ese hecho cambia el mundo en el que vivía. Y ahí empieza el horror: porque lo que tiene enfrente es el horror de este mundo. No más palabras sino un pibe que estaba frente a ella y se murió. La forma que toma la película es la forma de su consciencia, de sus sentimientos.  Los espacios se empiezan a derruir, su casa pasa a ser un lugar peligroso. Hay escenas en las que las construimos como escenas de terror sin que hubiera un monstruo: un terror metafísico, existencial, vinculado con la pérdida del Sentido (así con mayúscula). La película repite muchas veces la puesta con diferencias: de luz, de encuadre en escenas similares que muestran el cambio entre el principio y el final. Todo el trabajo de Fotografía de Federico Lastra y el de Arte de Mariela Ripodas fueron indispensables para eso.

El movimiento de cámara también lo pensamos de esa manera: hay momentos en los cuales la presencia, en su cabeza, de este chico, se traduce en un movimiento flotante de la cámara dentro de la casa, que acompaña lo que va sucediendo en la narración. La película tenía que ser una experiencia física.

Este es el trailer de «Un Crimen Común»:

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