Cuando se estrenó en el BAFICI de 2019, “Una Chica Invisible” se confirmó como una rara avis dentro de la muestra de filmes nacionales. Realizada de manera independiente, como tantas otras, la película de Francisco Bendomir mostraba un universo colorido y plagado de humor negro en el que se retrataban las más terribles patologías del mundo virtual: la visibilidad a cualquier precio, la invasión de la privacidad y la automutilación.
Un hombre, obsesionado por una mujer, contrata a un hacker a sueldo para que instale cámaras ocultas en el departamento de ella, una actriz que decide suicidarse al descubrir que la peor audición de su vida se viralizó en YouTube. En el medio, la mayor cantidad de relaciones tóxicas que se puedan imaginar, en una ensalada pop (¡hay escenas contadas en forma de animé!) que logra incomodar, pero que, al mismo tiempo, se convierte en materia de humor.
Como su director admite, hay mucho de “Scott Pilgrim y la Chica de sus Sueños”, pero también hay rastros de la obra de Todd Solondz, uno de los directores más incómodos del cine norteamericano de fin de siglo (“Welcome to the Dollhouse”, “Happiness”).
Pero Bendomir logra un simpático equilibrio, sin llegar a los extremos más horribles de la vida contemporánea. Y, además, el director quiere a sus personajes y está dispuesto a mostrarles una luz al final del camino.
“Una Chica Invisible” sigue a tres personajes, interpretados por Andrea Carballo, Javier De Pietro y la jovencísima Lola Ahumada. Daniel es un hacker y padre de Lola, una nena obsesionada por los links y las visualizaciones en sus redes sociales. Andrea es una actriz de teatro que acaba de dejar a su novio. El despechado contrata a Daniel, el hacker, para que se meta en las redes e instale cámaras en el departamento de su ex y confirmar sus sospechas de que Andrea lo dejó por otro hombre. Pero lo que Daniel ve, a través de las cámaras, es que sola y borracha durante la noche de su cumpleaños, Andrea intenta suicidarse luego de enterarse de que un vergonzoso video suyo se filtró en Internet. A partir de entonces, Daniel oficiará como una especie de ángel de la guarda virtual para Andrea.
Luego de escribir y dirigir series web (“Suerte de Golpe”, nominada a los premios Martín Fierro) y varios cortometrajes, Bendomir se propuso debutar en el largo por fuera del circuito industrial convencional, con esta propuesta que se estrenará directamente en la plataforma de streaming local Cine.ar.
Más allá de las influencias cinematográficas mencionadas, Bendomir reconoce que la mayoría de las referencias e influencias de la película provienen de YouTube. “Me encanta el cine, pero en el fondo, lo que más hago es mirar videos de YouTube: gente tropezando, gente vomitando, pandas que se asustan con sus propios pedos, quinceañeras en llamas e individuos con la extraña manía de comer piedras. Todas esas situaciones se las hago padecer a mis personajes”.
Filmada en 23 jornadas, la película tuvo un largo proceso de postproducción, la cual se extendió a poco más de dos años. “Nuestras expectativas estaban muy por encima de nuestro presupuesto y, normalmente, cuando el presupuesto es acotado y se quiere calidad, se sacrifica tiempo”, detalla el realizador. El resultado es un clima entre realista y fantástico: estamos situados en el mundo real. Pero, al mismo tiempo, la narrativa y la estética nos convence de que cualquier cosa podría suceder. “Hay una sensación de extrañeza que está generada por todo menos por la trama. La música, el arte, la fotografía y algunas situaciones podrán parecer desde singulares hasta surrealistas, pero lo que le pasa a Andrea es real e incluso es habitual. A tal punto que, después de que publicáramos el tráiler, hubo mujeres comentando: “¡Jodeme! Tengo que cobrar derechos acá. Es la historia de mi vida” o “Si no fuera porque no tengo vida y estoy mirando el tráiler desde el sillón lonjero, diría que estoy allí”.
La película es independiente, sin INCAA, pero se nota un trabajo grande tanto en lo visual como en locaciones y en producción. ¿Cuáles fueron las principales fuentes de financiación? ¿Qué áreas fueron las que llevaron más trabajo?
Francisco Bendomir: Para financiar la película puse prácticamente todo lo que tenía. Además, saqué un préstamo, uno de esos UVA. Vanesa Weimer, productora de la película, puso su casa, sus muebles, reventó el celular y corrió más rápido que una gacela para llenarnos a todos de felicidad, chocolates y tortas de zanahoria con más chocolate. Éramos pocos haciendo el trabajo de muchos. Para que te hagas una idea, Luis Montoya, el director de arte, que era todo el equipo de arte, corría de acá para allá, convertía basura en escenografía y hasta resolvía efectos especiales.
La secuencia de animación es sorprendente. ¿Cómo la realizaron con la fluidez de movimiento lograda?
Francisco Bendomir: La secuencia de animación estuvo a cargo de Daniel Duche, a quien llegué por medio de Juli Tagger, una mentora a lo largo de este proyecto. Como todo en esta película, la animación arrancó con un equipo muy reducido pero muy talentoso. Guadalupe Vyleta ilustró todos los fondos, Manuela Calderone diseñó los personajes y animó junto a Daniel lo que terminaría ensamblando Florencia Laurenzi, encargada de la composición. La clave estuvo, al menos desde mi lugar, en darles tiempo y libertad. Le pregunté a Daniel por la fluidez de los movimientos y me dijo: “La animación es animación tradicional 2D trabajada de a uno o dos cuadros para que se vea más fluida. Muchos animés trabajan de a tres y eso hace que se pierda un poco de fluidez”.
UNA CHICA VIRTUAL
Como la mayoría de los realizadores nacionales, los planes de Bendomir para “Una Chica Invisible” incluían un recorrido por festivales nacionales e internacionales para luego intentar un estreno comercial en salas.
Pero, si bien logró verse en algunos festivales a lo largo de 2019 y el primer trimestre de 2020, la pandemia obligó a cancelar los planes de llevar esta producción a las salas para intentar un lanzamiento virtual.
¿Fueron a mercados con la película?
En su momento participamos de Ventana Sur y firmamos un acuerdo con APL Film, un agente de ventas internacionales canadiense que, según nos contó, acaba de vender la película en China. Por otra parte, Julia Tagger, una de las productoras de la película, está a cargo de la distribución en nuestro país.
¿Qué sienten con respecto al estreno virtual y cómo piensan acompañar a la película en cuanto a las herramientas a disposición con las redes?
Nuestro plan era estrenar la película en salas en mayo y, cuando todo esto empezó, no teníamos ni la menor idea de si los cines iban a abrir en una semana, un mes, un año o nunca más. Por otro lado, sabíamos que la gente estaba mirando más cine que nunca y que los tanques esperarían la reapertura de los cines para estrenar. Y esto para nosotros representaba una oportunidad. Pero más allá de la pandemia, dados el tono y la temática de la película, la idea de saltearnos las salas y estrenar directamente en Internet nos pareció hasta poética. Obvio que es hermoso ver una sala llena de gente disfrutando de la película. La experiencia es otra. Pero sería deshonesto de mi parte ocultar que, al menos para mí, “Una Chica Invisible” es ideal para una noche tormentosa en pantuflas y con mucho chocolate a mano.